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Energía Espiritualidad

EXCELENCIA

“La excelencia no es un destino; es un viaje continuo que nunca termina” Anónimo

Cada acto de nuestras vidas resulta ser el reflejo de la manera como decodificamos lo que nos sucede y la respuesta generada suele emerger como un potente relato interior, producto de la inteligencia, claridad y transparencia que hacen parte de nuestro equipaje, del cual nos servimos para llevar a cabo nuestras funciones en el intento por superar nuestros propios listones.

Se potencializan entonces la excelencia y la capacidad de servir. Comienzan a surgir hábitos comunes, propios de los líderes, para aprovechar cada acontecimiento que permita conectar corazón y cerebro en búsqueda de una retroalimentación que integre lo mejor de nosotros y de nuestro entorno. Es cuando sale a flote nuestra mejor versión.

La travesía de la vida, rodeada de la excelencia, puede ser recorrida viendo las cosas como son, pero no peor de lo que son. No queremos estar equivocados pero todo es susceptible de ser mejorado. Para subir el estándar hay que sentir y respirar actitudes poco comunes que conduzcan a romper esquemas y a ser disruptivos, de tal forma que podamos desafiar aquello que está inscrito en lo profundo de nuestro ser.

Es importante conectar con el ingenio y la creatividad y por eso es necesario renunciar a la conformidad para movernos en dirección de aquello que nos reta y pone a prueba. Cuando el objetivo está en nuestro centro, los hábitos se construyen atendiendo al llamado que evita la pérdida del rumbo. Es así como la más audaz de las intenciones es seguida por el mejor de nuestros actos y es cuando experimentamos las conversaciones más trascendentales con nosotros mismos, desde lo más sublime, para aspirar excelencia.

La recompensa se hace manifiesta cuando el riesgo asumido es liderado desde un corazón repleto de bondad, que asume la verdad como la opción más excelsa y la ética como el timonel mayor para llegar a buen puerto. Esto es profundizar en el diálogo interno que pone a disposición nuestras mejores virtudes, cuidando del otro porque la humanidad está inscrita en cada una de nuestras células.

Así pues, la excelencia es dejar un legado con la convicción de que lo que hemos logrado ha de allanar el camino de muchos, para que encontremos juntos la fortuna en el acontecer del día a día, manteniéndonos fieles a los principios del buen vivir y motivados por la pasión que nos lleva a divertirnos en este trasegar por la vida para que cada paso dado deje constancia de que aportamos lo mejor.

Alejandro Posada Beuth

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Meditación

ENCENDER EL CORAZÓN

“Enciende un sueño y déjalo arder en ti” William Shakespeare

Esa llama es expresión clara de la depuración y la renovación a través del fuego alquímico del corazón que, cuando eleva sus vibraciones, nos lleva hacia el sendero del conocimiento y la inteligencia conjugados con la intimidad de lo espiritual, para retroalimentarnos en tiempos de “sequía emocional” en un intento por unificar la Conciencia.

La vida es lo que es y encender el corazón aviva esa sensación de estar contentos como primera expresión del contacto con el Alma. Es entonces, cuando se manifiesta el servir como forma de vivir. La compasión y el sentimiento de unidad marcan el tiempo del presente y revelan un silencio que nos alinea y nos dispone a escuchar los mensajes que ya estaban en nosotros esperando el justo momento para hablarnos en voz alta. Esto significa que empieza a evidenciarse la genuina misión que elegimos desde la voluntad y el amor para liberar las turbulencias.

Encontrar los significados, diferenciar y hacer caso a las señales de la vida, sembrar sin descanso para cosechar de manera abundante, cambiar las perspectivas, centrarse en metas claras, son todos actos que coinciden felizmente cuando se enciende el corazón. Es descubrir aquello que estamos dispuestos a realizar para consumar nuestros sueños. Es invertir los recursos propios y priorizar pensamientos que crean experiencias a sabiendas de que contamos con el espacio vital perfecto. Es amar la vida sin temores ni condicionamientos, fundirnos con la sabiduría interior, descubrir las riquezas e irradiar aceptación.

Encender el corazón es también aceptación positiva, modificar creencias, atraer lo necesario y saber a las claras a dónde queremos llegar. Pero, además, resolver conflictos que limitan y ser portadores de soluciones, identificar aquello en lo que queremos convertirnos para compartir, dar y crear. Es sanar viejas cicatrices y restablecer la intuición para percibir el camino a seguir. Comprender que la verdad es requisito para avanzar, que la euforia nos acompaña cuando brilla el Ser que somos, que la fortaleza y la libertad se conjugan desde el verbo amar, que el intento repleto de intención suele ser recompensado, que darle color al paisaje de la vida es una responsabilidad más que una concesión, que cada idea fabricada debe generar abundancia, seguridad y optimismo.

Ver todo mejor de lo que es, encumbrar las aspiraciones, ennoblecer las acciones, respirar paz interior y proyectarla, encontrar otras formas de hacerlo para diluir las quejas, despertar el ingenio, son todas muestras claras de que el corazón ha sido encendido…

Alejandro Posada Beuth

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Mente-Cuerpo

ENFOQUE

«Lo único que puede crecer es aquello a lo que le das importancia” Ralph Waldo Emerson

Muchos son los distractores que pueden robarnos la atención y que hacen que perdamos de vista las jerarquías o prioridades, tal vez desaprovechando momentos singulares que esperan por nuestra atención para concretar con eficiencia los más nobles objetivos.

Quizás sea este el momento para enfocarnos de manera correcta en búsqueda de lo significativo. Probablemente sea este el mejor de los tiempos para encausar nuestros pensamientos y dar un rumbo concreto a nuestras más loables aspiraciones para transformar vidas y cambiar perspectivas. Acaso, esta sea la oportunidad de realizar lo preciso en la ocasión perfecta y visualizar con determinación algo que nos llene de orgullo y, al mismo tiempo, de agradecimiento y entusiasmo.

Una buena herramienta para realizar el correcto enfoque es generar interrogantes que permitan cambiar el panorama e ir puliendo el diamante que somos, sin perder de vista lo esencial. Esto es, aprender a mirar las cosas de manera diferente y darles el valor para no dejar tareas encubiertas con el pretexto de poder hacer varias a la vez, cuando en realidad no son más que sofismas de distracción que impiden convertir nuestras metas en acciones.

Es la ocasión para descubrir cuáles son esos sueños que aúnan propósitos. O para crear imágenes sugestivas que cada segundo sean fiel reflejo de excelentes inversiones que nos llenen de satisfacción, más allá de lo tangible. También para saber que es menester liberar cargas y eliminar lo superfluo. Es hacer de cada pensamiento una experiencia y confiar en que la sabiduría interior nos dicte el paso a seguir para que la vida cambie de sabores y podamos degustar el día a día.

Es bueno disponernos a soltar ataduras para sintonizarnos con la libertad que es cuando fluimos espontáneamente y encontramos nuestra máxima productividad, porque nos acompaña el gozo y sentimos la vibración amorosa de cada latido. Es maravilloso que el foco sea puesto en el presente para dejar de ser esclavos de las expectativas. Es fantástico sentir que amamos la vida y que ella nos ama a nosotros y nos protege para no dar cabida a los miedos o las dudas entendiendo así que en nosotros habita la abundancia y se divierte la alegría.

Que, al menos por hoy, podamos enfocarnos y crear una visión clara y atractiva de lo que ha de venir para identificar a donde queremos llegar, sin titubeos ni vacilaciones: es la mejor manera de dejar abierto el libro de las certezas…

Alejandro Posada Beuth

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Momentos

LO EFÍMERO

“Todo es efímero, como el arco iris” Virginia Woolf

En ocasiones lo fugaz y transitorio es vivido de manera tan intensa que es suficiente para pasar de lo efímero a lo que deja huella por siempre. Hay expresiones que tienen un carácter perecedero pero que luego permanecen en el tiempo como referentes de vida y es así como lo intrascendente e irrelevante se sienta en un trono inesperado para quedarse definitivamente.

Un momento puede tornarse eterno. Un encuentro de almas puede ser registrado en el tiempo sin fin. Un gesto quizás llegue a permanecer por lo que logró descifrar y mover desde las entrañas más profundas. Una mirada puede conquistar el título de seductora cuando es suficiente como para impactar y desatar fibras. Una palabra a tiempo puede quedar haciendo eco y resonando en el último rincón de nuestro ser, dibujando lo trascendente. Un apretón de manos puede sellar un compromiso mayor respaldado por el honor que no se negocia.

Lo efímero puede volverse perdurable en un destello de luz que promete un futuro diferente y repleto de posibilidades. O en una melodía que reafirma un recuerdo de amor que queda como símbolo de lo infinito. También en un escrito, producto de esa inspiración que llega para ocupar un puesto de privilegio porque ha de cumplir su cometido cuando, quien lo lea, al mismo tiempo escuche lo que dictó el corazón de aquel que lo plasmó. Pero, además, en una carcajada que no puede detenerse porque la plenitud se hace incontenible. O en un amanecer que llena de esperanza e ilusión a quien aguarda pacientemente por esa nueva oportunidad.

Pasar de lo efímero a lo eterno nos recuerda que estamos vivos, que el fervor debe ser condición para cada acción y que el siguiente paso debe ser dado con vehemencia y devoción, con el anhelo de llegar por fin a la conquista del reto trazado. Nos muestra también que las emociones pueden llenar de color cada vivencia y que en nosotros está la posibilidad de jugar caprichosamente con los tonos y matices de nuestros sentimientos. Que la vida es lo que es y espera por nosotros para cultivar ideales y cosechar las mayores alegrías.

Que el despertar de conciencia nos permita asistir al banquete de las recompensas por cada esfuerzo realizado. Que lo hecho por nosotros toque tantos corazones como para que, al final de la jornada, podamos sentir que hemos cumplido con nuestra parte…

Alejandro Posada Beuth

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Meditación Vida

SANACIÓN

“Sanar es tocar con amor lo que previamente tocamos con miedo” Stephen Levine

La energía sana o destruye según sea dirigida. Cuando nos reconocemos como partes de un universo mayor, la vida y la conciencia se llenan de potencialidades y ese movimiento impulsor se convierte en el agente espiritual detrás de toda manifestación. Es así como la claridad se hace manifiesta e iniciamos el regreso a casa, al centro, al amor en movimiento, al corazón.

En medio de una existencia distorsionada, la coherencia se hace necesaria para dar paso a una renovación permanente que nos permite fluir por los caminos de los aprendizajes para unir al alma y la personalidad en el silencio y escuchar con humildad la lección inmersa en esas situaciones de aparente oscuridad, que no son otra cosa que oportunidades sublimes para volver a estar con nosotros mismos.

Sanar es liberarnos disipando las dudas y multiplicando las certezas. Es recorrer los lugares y disfrutar de los momentos más simples sin perder la dicha de asombrarnos. Es la primera expresión del servicio para rescatar al verdadero Ser que habita en nosotros. Es la voz que solo se expresa cuando el corazón es quien dicta. Es focalizarnos en lo primordial para alinearnos con la compasión y la ternura. Es descubrir el gozo en el tiempo presente. Es recuperar el “son-ido” para volver a experimentar la música interior e imaginar para sembrar y luego cosechar. Es perdonar y perdonarnos hasta comprender que los yerros son la invitación a levantarnos después de reconocerlos con hidalguía y haciendo honor al compromiso.

Sanar es transmutar la lástima en alegría compartida. Es vencer la crítica para que la unidad sea revelada. Es limpiar los pensamientos para que las ideas colectivas florezcan. Es acercarnos al discernimiento con profundo respeto para poner puntos en común. Es alcanzar el tiempo perdido para fundirnos en un abrazo y contarnos historias sin fin para tener el pretexto de una compañía. Es disponernos a asumir los riesgos con tal de alcanzar en la meta, una sonrisa. Es renunciar al control hasta entender que no somos imprescindibles. Es usar las fricciones como trampolín para darnos cuenta de que el sufrimiento es pasajero. Es pescar para enaltecer a quien nos enseñó. Es ser transparentes para poder mirar a los ojos del otro. Es encontrar los significados en medio de las turbulencias. Es elevar los ojos al alma para homenajear la perfección Divina en nosotros.

Sanar es agradecer, agradecer y agradecer…

Alejandro Posada Beuth

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Mente-Cuerpo

CONCIENCIA

“Ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma” Francois Rabelais

En momentos de reflexión suelen surgir interrogantes que nos hacen buscar y comprender el origen de nuestros actos y observarlos dentro de una escala de valores que tenemos como referencia, para intentar conocernos a través de algo intangible y mucho menos medible, en procura de hallar lo que somos. En muchas ocasiones, inclusive, terminamos dando calificativos de bueno o malo, todo dentro de un sistema de creencias que nos permite acceder a aquello que consideramos como nuestra esencia.

Es así como diríamos que es necesario que exista la conciencia para poder experimentar las emociones, pero ni siquiera sabemos a ciencia cierta, dónde se aloja ésta. Lo cierto es que pareciera que fuéramos sumando experiencias que van determinando este concepto que se dinamiza con nuestra propia evolución y en el entendimiento de que somos seres que requerimos de vínculos, a partir de los cuales vamos dejando en claro que es lo aceptable y deseable.

Tomar conciencia es darnos cuenta del instrumento que somos dentro de ese “algo” que nos trasciende y que hace que empecemos a agregar valor a todo aquello con lo que nos topamos. Es conectar la cabeza con el cielo y los pies con la tierra para darnos cuenta del edén en el que habitamos y en el que convivimos con esos “otros” que nos ayudan a reafirmarnos en el territorio. Es toda la potencialidad que limpia y alinea desde lo inofensivo del Ser. Es el agente impulsor que nos conecta con el Espíritu para vencer la invalidez y la dependencia. Es descubrir que multiplicamos la luz de la que estamos hechos cuando realizamos un acto de amor.

Tomar conciencia es, también, renovar la fuerza coherente de una intención que cobija a la humanidad, renunciando al reconocimiento. Es un ágape para anunciar las buenas nuevas que siempre van detrás de la entrega como señal de amor incondicional. Es comenzar a recorrer de verdad el sendero de la transformación. Es sanar el alma colectiva para recorrer juntos la senda que ha de conducirnos hacia la bienaventuranza. Es contenernos sin reprimirnos para evitar palabras ociosas. Es eludir el ruido interno para disfrutar del canto y el poema e intuir a sus compositores. Es ir a las raíces para no olvidar nuestro origen. Es renovarnos permanentemente y permitirnos fluir en el río de la vida. En recuperar el tiempo para tenernos más y dejar atrás el separatismo que puede tornarse en la peor de las agresiones. Es cruzar el laberinto para descifrar las lecciones que se nos ocultan cuando no somos lo que somos…

Alejandro Posada Beuth

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Vida

OPTIMISMO

“El optimismo es la fe que conduce al logro” Helen Keller

En ciertas circunstancias pareciera que menguan las fuerzas y las sombras ocupan un lugar preponderante. Pero una actitud correcta y una adecuada disposición pueden cambiar las perspectivas, al punto de que solo lo mejor sea revelado y que las dificultades se conviertan en ascensos a nuevos niveles.

El optimista es amigo de las transformaciones y siempre tiene al buen humor como aliado de lujo. Se confabula con su cuerpo y escucha sus señales. Contagia alegría porque sabe que tarde o temprano habrá eco. Elogia a quienes saben elevar la frecuencia de sus emociones y acepta el diálogo interno como un buen refugio ante la incertidumbre. Se cuestiona pero está dispuesto a escuchar respuestas. Sabe que el bienestar comienza con sus pensamientos. Ignora al necio y aprende de la prudencia. Complementa la lógica y la razón con los dictados del corazón.

El optimista sueña pero no es esclavo de las expectativas. Arriesga y se apasiona porque descubre en cada reto una deliciosa provocación. Evita resistirse y más bien fluye con la mente abierta del aprendiz. Afronta sin temores y fabrica paisajes con lo más elemental. Filtra desde su centro y solo da valor a aquello que ayuda a construir. Evita señalamientos e invierte su energía para aportar a las soluciones. No entiende de polos opuestos sino de complementarios. Hace su mejor esfuerzo pero se aleja del perfeccionismo y contempla los fracasos como buenos intentos.

Trascender lo negativo y generar pensamientos positivos suele ser una de las labores que el optimista prioriza. Él evalúa continuamente y sabe que tiene derecho a mirar nuevas estrategias, a dirigir su mirada hacia modelos diferentes y a enriquecer sus opciones sin conocer de fronteras. Busca en lo cotidiano otras explicaciones y conecta con nuevas ideas para evitar la monotonía. Es consciente de sus capacidades y las convierte en acciones. Sabe que cada segundo es una buena oportunidad para comenzar de nuevo y hace de la resiliencia un hábito.

El optimista no se entrega a la suerte porque sabe que el éxito es producto del empeño y no del azar. Se concentra en cada acción y observa su propio desempeño para dar gracias a la vida por los dones concedidos. Sabe que puede apoyarse porque se reconoce vulnerable y eso lo hace más valioso. Hace que cada día ocurran cosas favorables y siempre tiene una sonrisa como ofrenda…

Alejandro Posada Beuth

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Meditación

UNA GOTA

“Descubrí el secreto del mar meditando sobre una gota de rocío” Khalil Gibran

A pesar de lo minúscula, una gota guarda la cohesión necesaria como para conservar su esencia. En ella hay probablemente tanta información como la historia misma de la vida y sus orígenes. Aunque pueda pasar desapercibida, quizás en su interior esté el potencial suficiente como para crear un océano.

Una gota de ternura puede ser el mejor incentivo para continuar cuando ya el aliento se extingue y la agitación nos vence. Puede contener la suficiente dosis de desapego como para tener la seguridad de que el nuevo día ha de llegar con instrucciones a bordo para hacer frente a los nuevos desafíos y soltar las pesadas cargas de emociones que se anclaron en aquella noche oscura.

Una gota de pasión puede acrecentar con vehemencia la voluntad y hacer que ningún propósito sea más grande que nuestra intención. Puede también combinarse con la devoción y el cariño necesarios como para poner en movimiento el amor universal y hacer que el servicio, la ética y la razón ocupen un lugar jerárquico para que, al final, el esfuerzo sea compensado con la satisfacción de sentirnos uno con el otro.

Una gota de alegría puede ser suficiente como para iluminar las bóvedas celestes y tener la convicción de que vale la pena vivir intensamente y que la elección es nuestra. En ella reside la posibilidad de disfrutar de las conexiones instantáneas que suelen colmarse de satisfacciones, sonrisas, colores y gratas experiencias. Tal vez sea la mejor manera de vibrar con un mundo por diseñar a cada momento y haciendo de nuestros actos una nueva disculpa para maravillarnos con la existencia.

Una gota de honestidad y transparencia probablemente represente la forma de abrir los ojos de la esperanza para llenarnos de ilusión y seguir soñando que es posible un mundo mejor y que los días y las horas recuperan su significado cuando nos invade esa sensación de júbilo que hace saltar a cada célula de nuestro corazón, en señal de que las cosas van bien y que hay más y más motivos a la espera.

Una gota de asombro es bastante como para despertar el niño que habita en nosotros y pintar de magia y alquimia hasta la más compleja de las situaciones, porque no admite un “no” como respuesta a los imposibles y siempre abre sus ojos para que la luz porte las respuestas.

Que cada una de estas gotas desemboque en el mar de las certezas…

Alejandro Posada Beuth

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Mente-Cuerpo Vida

UN PROPÓSITO

“Si no sabes a dónde vas, ningún camino es bueno” Rafael Chirbes

Cada esfuerzo, cada sacrificio, cada intento, son apenas el reflejo del trazado que hemos hecho para “bebernos el mundo”. Disfrutar después de alcanzar un propósito es la compensación a decisiones tomadas que nos permitieron poner nuestro empeño, pasión e intención, para ganar el impulso suficiente en dirección de nuestros sueños y poder dar alcance a lo que nos habíamos propuesto.

Pero un propósito pierde su sentido si detrás de él no hay responsabilidad y talento porque deja de ser incluyente. Por eso debe trascendernos como individuos. Se hace necesaria, también, la presencia de aquellos que pueden llegar a ser nuestros mejores motivadores, porque en esas metas están inscritas sus voces de aliento y su valentía para sacarnos a flote cuando sentimos que las fuerzas son insuficientes. Cuando el recorrido lo hacemos en compañía, se aligeran las cargas y se multiplican las posibilidades. Ya no hay mártires o víctimas, sino solo héroes que luchan sin descanso. Las excusas son diluidas por la alegría que nos espera al final del sendero. Cada paso dado deja huella como clara muestra de que estamos alineados y de que el logro ya nos pertenece.

Nada de esto surge de la noche a la mañana. Es necesario escuchar ese murmullo interior que nos deja saber que hay un gran trabajo por realizar, muchas horas por devorar y seguramente una buena dosis de entrega en la búsqueda de sentido. Por eso un propósito debe tener el beneficio de ser flexible y cambiante, lo que nos permite jugar con estrategias que nos recuerdan que siempre hay opciones y que, cada vez más, las excusas se debilitan para dar paso a acciones contundentes.

Un verdadero propósito debe hacernos más libres. Permitirnos expresar nuestras más grandes aspiraciones para ser y permanecer en nuestra esencia. Enaltecer y rendir homenaje a quienes han permanecido cerca, aún en aquellos momentos en que las tempestades arreciaron. Debe también alimentar la llama de las ilusiones conjuntas para pasar de las promesas a las certezas. Impulsarnos a desafiar los imposibles porque, al final, el triunfo será el verdadero elixir de vida. Asumirnos a nosotros mismos para mirar sin prejuicios ni negaciones. Involucrarnos en pensamientos grandes pero repletos de humildad para reconocer los límites en el instante preciso. Conservar actitudes conscientes y amorosas para brindar por los motivos que nos da la vida día a día.

Y, como dice la Gran Invocación: “Que el propósito guíe las pequeñas voluntades de los hombres. El propósito que los Maestros conocen y sirven…”

Alejandro Posada Beuth

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Momentos Vida

UNA AMISTAD

“Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta” Emerson

Por supuesto hay momentos que se hacen inolvidables. Instantes en los que la gran diferencia resulta de una compañía cercana y confiable, repleta de afecto y protegida por la confianza. Enaltecida por trazos de simpatía con los que se sellan lazos irrompibles que nos hacen pensar que la vida es más amable cuando recorremos juntos el sendero, en presencia de un amigo.

Se tejen nexos tan sublimes que en cada acto dejamos parte de nosotros para sentirnos complementados con el aporte sincero de aquel que llega. Es una relación donde no existen mandatos y nos aceptamos mutuamente, sin cálculos, conjeturas o suposiciones. Llega a ser tan estrecho este vínculo que nos comunicamos en silencio desde un dinamismo absoluto y sin violentar el espacio sagrado, porque los límites son dictados por la prudencia y la moderación.

Una amistad pura nos permite pensar de manera espontánea, sin tapujos ni ornamentos y expresar sentimientos que anticipan la fusión de emociones para exaltar la grandeza de lo noble y lo transparente. Es tal el gozo y la fuerza, que cualquier vacío es diluido con un vino compartido o un acorde de guitarra que vibra al unísono con la percusión de un corazón sin distancias. No existen las suposiciones porque los ojos brindan seguridad y las sonrisas son prenda de garantía. Un abrazo es el anticipo de verdades absolutas, sin cuestionamientos ni asomos de duda. Una palabra precisa enmarca y da categoría a cada encuentro. Una lectura compartida honra a su autor y multiplica sus pretensiones, amenizando la tertulia que adquiere su propia valía por el solo hecho de ser compartida con quien se ha ganado el aprecio.

Una amistad descubre aquello en lo que coincidimos y mitiga las diferencias. Diluye el tiempo ante lo sagrado de cada segundo vivido con alegría. No conoce el significado de la palabra ausencia porque se aviva en lo eterno. Infunde ánimo cuando comienza a primar el desaliento. Es leal y sincera porque jamás pone condiciones. Comparte lo mejor porque sabe que hay reciprocidad. Prevalece y se mantiene a pesar de las tormentas porque ella en sí misma es portadora de calma. Escucha porque lo manifestado por el otro despierta respeto profundo.

Que la sabiduría y la prudencia nos acompañen cuando de dar valor a una amistad se trate. Que tengamos la habilidad y el coraje para conservarla. Que así sea…

Alejandro Posada Beuth

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