UNA AMISTAD

UNA AMISTAD

“Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta” Emerson

Por supuesto hay momentos que se hacen inolvidables. Instantes en los que la gran diferencia resulta de una compañía cercana y confiable, repleta de afecto y protegida por la confianza. Enaltecida por trazos de simpatía con los que se sellan lazos irrompibles que nos hacen pensar que la vida es más amable cuando recorremos juntos el sendero, en presencia de un amigo.

Se tejen nexos tan sublimes que en cada acto dejamos parte de nosotros para sentirnos complementados con el aporte sincero de aquel que llega. Es una relación donde no existen mandatos y nos aceptamos mutuamente, sin cálculos, conjeturas o suposiciones. Llega a ser tan estrecho este vínculo que nos comunicamos en silencio desde un dinamismo absoluto y sin violentar el espacio sagrado, porque los límites son dictados por la prudencia y la moderación.

Una amistad pura nos permite pensar de manera espontánea, sin tapujos ni ornamentos y expresar sentimientos que anticipan la fusión de emociones para exaltar la grandeza de lo noble y lo transparente. Es tal el gozo y la fuerza, que cualquier vacío es diluido con un vino compartido o un acorde de guitarra que vibra al unísono con la percusión de un corazón sin distancias. No existen las suposiciones porque los ojos brindan seguridad y las sonrisas son prenda de garantía. Un abrazo es el anticipo de verdades absolutas, sin cuestionamientos ni asomos de duda. Una palabra precisa enmarca y da categoría a cada encuentro. Una lectura compartida honra a su autor y multiplica sus pretensiones, amenizando la tertulia que adquiere su propia valía por el solo hecho de ser compartida con quien se ha ganado el aprecio.

Una amistad descubre aquello en lo que coincidimos y mitiga las diferencias. Diluye el tiempo ante lo sagrado de cada segundo vivido con alegría. No conoce el significado de la palabra ausencia porque se aviva en lo eterno. Infunde ánimo cuando comienza a primar el desaliento. Es leal y sincera porque jamás pone condiciones. Comparte lo mejor porque sabe que hay reciprocidad. Prevalece y se mantiene a pesar de las tormentas porque ella en sí misma es portadora de calma. Escucha porque lo manifestado por el otro despierta respeto profundo.

Que la sabiduría y la prudencia nos acompañen cuando de dar valor a una amistad se trate. Que tengamos la habilidad y el coraje para conservarla. Que así sea…

Alejandro Posada Beuth

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