EXCELENCIA

EXCELENCIA

“La excelencia no es un destino; es un viaje continuo que nunca termina” Anónimo

Cada acto de nuestras vidas resulta ser el reflejo de la manera como decodificamos lo que nos sucede y la respuesta generada suele emerger como un potente relato interior, producto de la inteligencia, claridad y transparencia que hacen parte de nuestro equipaje, del cual nos servimos para llevar a cabo nuestras funciones en el intento por superar nuestros propios listones.

Se potencializan entonces la excelencia y la capacidad de servir. Comienzan a surgir hábitos comunes, propios de los líderes, para aprovechar cada acontecimiento que permita conectar corazón y cerebro en búsqueda de una retroalimentación que integre lo mejor de nosotros y de nuestro entorno. Es cuando sale a flote nuestra mejor versión.

La travesía de la vida, rodeada de la excelencia, puede ser recorrida viendo las cosas como son, pero no peor de lo que son. No queremos estar equivocados pero todo es susceptible de ser mejorado. Para subir el estándar hay que sentir y respirar actitudes poco comunes que conduzcan a romper esquemas y a ser disruptivos, de tal forma que podamos desafiar aquello que está inscrito en lo profundo de nuestro ser.

Es importante conectar con el ingenio y la creatividad y por eso es necesario renunciar a la conformidad para movernos en dirección de aquello que nos reta y pone a prueba. Cuando el objetivo está en nuestro centro, los hábitos se construyen atendiendo al llamado que evita la pérdida del rumbo. Es así como la más audaz de las intenciones es seguida por el mejor de nuestros actos y es cuando experimentamos las conversaciones más trascendentales con nosotros mismos, desde lo más sublime, para aspirar excelencia.

La recompensa se hace manifiesta cuando el riesgo asumido es liderado desde un corazón repleto de bondad, que asume la verdad como la opción más excelsa y la ética como el timonel mayor para llegar a buen puerto. Esto es profundizar en el diálogo interno que pone a disposición nuestras mejores virtudes, cuidando del otro porque la humanidad está inscrita en cada una de nuestras células.

Así pues, la excelencia es dejar un legado con la convicción de que lo que hemos logrado ha de allanar el camino de muchos, para que encontremos juntos la fortuna en el acontecer del día a día, manteniéndonos fieles a los principios del buen vivir y motivados por la pasión que nos lleva a divertirnos en este trasegar por la vida para que cada paso dado deje constancia de que aportamos lo mejor.

Alejandro Posada Beuth

AMABILIDAD

AMABILIDAD

“La amabilidad es como la nieve: embellece todo lo que cubre” Kahlil Gibran

Nada más agradable que un buen trato en un intercambio de momentos. El afecto y la cortesía siempre hacen más grandes esos instantes y por lo general son garantía de respeto y correctos planos relacionales. En ocasiones, pequeños actos pueden ser suficientes para encuentros de verdad; los mismos que hacen que siempre haya un motivo para agradecer a la vida por nuestra existencia.

Ser amable es llenar de buenas intenciones nuestras emociones. Es dibujar el futuro con el color del optimismo, renunciar a los lamentos para asumir nuevos desafíos, observar hacia dentro y festejar por lo que hemos dado cada día, emitir estados creativos porque la conciencia tranquila y serena así lo permite, sentir que el espacio reservado para el otro es sagrado y cuidarlo con suma cautela, admitir el cambio como posibilidad, meditar hasta comprender que somos uno y servir un café para degustarlo en compañía.

Ser amable es también reducir al máximo la censura y abrir las puertas sin reproches porque luego ha de llegar el abrazo. Es confiar más que controlar y ser generoso con la libertad del otro, expresar devoción por el encanto de los vientos que se llevan lo innecesario, hacer que la satisfacción se siente en nuestra mesa como señal de esplendor y magnificencia, lograr que la voluntad sea más fuerte que el albedrío para que la vida vaya más allá de los caprichos, desplegar y extender juntos el pergamino de las promesas ya cumplidas como evidencia de compromisos pactados desde el honor.

Un “perdón, gracias o por favor” pueden convertir el empeño de la “tía alcahueta” en la mejor manera de honrarla porque ahora la amabilidad habita en nosotros y nos hace aislarnos del aislamiento. Nos permite recordar “lo nuestro” como principio para trascender las posesiones personales. Nos conduce al despertar en compañía para apreciar la galería de sorpresas que enmarcan nuestra existencia. Además, releva el vacío de otrora porque la abundancia ya es parte de nuestro presente.

La amabilidad es simultaneidad de sentimientos, es sintonía y comunión con el Espíritu, es escucha y reverencia. Así mismo, es renacer a lo que estaba inscrito y que pudo haberse quedado en el olvido, destinar nuestra atención para poder contemplar la obra perfecta, respirar en silencio con la lucidez que nos permita encontrar la Fuente y comprender que nunca debimos alejarnos de ella. Es, una vez más, usar el traje de la solidaridad y la benevolencia a sabiendas de que caminamos juntos…

Alejandro Posada Beuth

PORVENIR

PORVENIR

“El porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños” Anatole France

Es frecuente que destinemos gran parte de nuestros pensamientos, energía y tiempo en aquello que está por venir. Hasta empoderamos a otros para que lean el misterio de lo que aún no llega, sin entender que es tan solo entrar en especulaciones que no hacen más que acrecentar incertidumbres.

Compromiso, verdad y entrega, entre otros, deben ser ingredientes esenciales en la preparación de ese porvenir que reclama cada vez más el contacto con lo significativo, con lo humano, con lo que alimenta nuestras aspiraciones y anhelos, con todo aquello que cultive la actitud de aprendices y la posibilidad de diseñar un marco amable, dinámico y cambiante. Un entorno en el que prevalezcan las sonrisas, lo elemental, el tiempo eterno y la sensación de estar completos. Una posibilidad de trascender hacia la empatía, el cariño y la gratitud. Una huella de amor y devoción sin esperar nada a cambio. Un mundo en el que primen la ética, la razón y el afecto para que, como suprema recompensa, revivan explosiones de felicidad.

Un porvenir adecuado debe permitir que se dobleguen las ansias de dominio, controlar las reacciones y conectarse con emociones inteligentes. Ser más grandes que lo que nos rodea y darnos cuenta de toda la perfección de aquello que está a nuestro alrededor. Debe alimentar a diario verdaderos proyectos de vida y estar repleto de intenciones que busquen cristalizarse. También canalizar nuestras mejores energías para evolucionar a la par de ideas elevadas que nos alejen de dioses en miniatura para poder configurar la realidad en dirección del Plan Mayor y así superar los agujeros negros del ego que solo nos aíslan. Esto es, vencer las resistencias de lo insustancial para observar con serenidad y ser testigos de verdaderos encuentros.

Es tiempo de despertar para sanarnos como humanidad. Es un buen momento para diseñar de manera conjunta un porvenir que integre y revele la conciencia como fundamento del Ser, para evitar perturbar lo que ya está en marcha y calmar el mar de las ilusiones. Es quizás, el instante para disfrutar de la rosa sin robarnos el aroma y entendiendo que las espinas tal vez trataban de pulirnos para alcanzar el silencio y así, desde ese vacío pleno, encontrar un equilibrio entre la acción y la quietud para descubrir el universo de las potencialidades.

Que el porvenir nos conduzca a meditar, a estar atentos, a comulgar en las pausas, para que aquello que salga de nosotros sea la materia prima de un paraíso óptimo…

Alejandro Posada Beuth

COMPROMISO

COMPROMISO

“Siempre es demasiado temprano para abandonar” Norman Vincent Peale

Cuando esa voz interior nos anima a continuar sin desfallecer. Cuando nos dicta cual es el paso a seguir e insinúa que vale la pena el esfuerzo. Cuando a pesar de la fatiga hay una necesidad absoluta de seguir avanzando ante la convicción de cambiar un destino. O cuando emerge un ímpetu mayor que nos mantiene enfocados, es entonces también el momento en que nos percatamos de que verdaderamente un compromiso es más fuerte que cualquier obstáculo porque el nivel de conciencia e intención hacen que se cristalicen las acciones y quede atrás lo trivial.

Un compromiso adquiere la virtud de lo sagrado porque están en juego el honor y la honestidad. Implica entusiasmo y decisiones acertadas de la mano del conocimiento. Más allá de las obligaciones está el deseo profundo de llevar a cabo aquello que hemos incluido en lo que consideramos jerárquicamente importante. Se pone a prueba nuestra capacidad de responder y con ella la voluntad que nos guía hacia la conquista de acciones mayores. Es, sin lugar a dudas, un impulso que nos trasciende y que nos aleja de la vacilación. Es fascinante, por decir lo menos, porque nos permite volver al centro.

Cualidades como la confianza, la transparencia y la dignidad evidencian que, de por medio, hay un corazón que sella el compromiso. Ya no es necesaria una firma porque esa rúbrica la impone un ser diáfano y coherente. Basta mirar a los ojos para saber que ya está en marcha un pacto en el que el empeño está depositado con ahínco y con bríos. Algo nos recorre con una intensidad tal, que partimos de un resultado y no sólo de los procesos. Es ese anhelo por poder repetir al final del viaje, una expresión como “sí se pudo” y es la forma de reafirmarnos en que la determinación nos lleva a buen puerto.

Un compromiso supera la autosuficiencia y el orgullo. Requiere de un orden meticuloso que nos conduzca a levantar los velos para encontrar la verdad y entrelazarnos, una vez más, con las aspiraciones más elevadas. Debe ser libre, espontáneo y proyectado en positivo con la fe puesta en que realmente sea un logro sin cambiar el sentido original para que se erradique la incertidumbre.

El conformismo, la mediocridad y la pereza van en contravía del compromiso. Por el contrario, la motivación y los mejores incentivos han de constituir el pilar fundamental sobre el que se base lo que, desde el mismo momento en que se asume, se constituye en algo solemne…

Alejandro Posada Beuth

UN DESEO

UN DESEO

“Deseo poco, y lo poco que deseo, lo deseo poco” San francisco de Asís

La lista de los anhelos puede estar cargada de motivaciones del pasado o de situaciones por venir. Pareciera que es imposible de saciar, porque siempre estamos fabricando y tejiendo nuevas voluntades por cumplir. De allí la importancia de convertirnos en sujetos activos para encontrar maneras de cristalizar cada sana ambición.

La satisfacción de los deseos permite que la vida misma se exprese y que podamos renovarnos continuamente porque allí está inmersa la necesidad de convertirlos en pretensiones mayores, repletas de inspiración, que los elevan a la categoría de aspiraciones para que más allá de suplir necesidades, estén en consonancia con la conservación de la armonía, siendo de esta forma agentes espirituales y movimientos impulsores que nos conecten con el mundo de las posibilidades de lo sublime y lo humano.

Con frecuencia un deseo se convierte en la mejor manera de acunar e incubar un sueño y, en su manifestación, está la expresión del contacto con el alma que despeja el camino y conspira para que todo fluya a nuestro favor. Pero para que esto suceda es menester que vaya acompañado de pureza, transparencia, honestidad, claridad y responsabilidad. Condiciones estas que le dan relevancia y validez y que lo cubren de nobleza y linaje para que lo personal sea trascendido y podamos alinearnos con los más altos intereses en relación con propósitos supremos.

Tal vez este sea el mejor momento para reorientar nuestros deseos y para interrogarnos acerca de lo que hasta ahora hemos planteado como primordial. Quizás sean los mejores instantes para comprender que la vida va sin requerir nada de nuestra parte y que es nuestra potestad conservar el mando de los designios que estén acordes con el Plan Mayor para no ser inferiores al compromiso grupal. Seguramente es también el tiempo de cambiar perspectivas y vibrar en octavas superiores para que la música retorne a nosotros y podamos expresar nuestra impronta, la misma que habrá de honrar a quienes nos antecedieron.

Que la semilla sembrada en la mañana no de paso al reposo en la tarde. Que cada instante sea aprovechado al máximo y que sólo la noche nos abrigue con la esperanza de ver los deseos cumplidos en el nuevo amanecer. Que la visión ampliada y la revelación sean suficientes para convertir las metas en acciones. Que el entusiasmo sea el abono para que lo plantado sea, además, cultivado. Que de esta manera se garanticen los frutos por siempre…

Alejandro Posada Beuth

LA HUMILDAD

LA HUMILDAD

“Sé como el bambú: cuanto más creces, más profundo te inclinas” Proverbio chino

Sembrar en tierra fértil es básicamente el significado de la humildad. Es reconocer nuestras habilidades y limitaciones más allá de lo que el entorno y las opiniones nos han condicionado, habiendo generado una identidad que no nos pertenece y que puede ser fuente de infelicidad e insatisfacción.

Si somos honestos, asumimos que la vida es un continuo aprendizaje y que, por tanto, se vale pedir consejo y solicitar ayuda cuando nos invade un sentimiento de impotencia o en el momento en que nos doblegan las acciones de lo cotidiano. Esto puede resultar liberador y nos permite identificar quienes somos en esencia y retirar la máscara de las pretensiones del ego. Es así como la arrogancia y la soberbia se diluyen dando paso a la humildad que inunda de tranquilidad al ser que somos para equipararnos, sin vanidades ni ostentaciones, que solo alimentan el orgullo.

Despejar el horizonte, abrir nuestra visión y contemplar nuevas posibilidades, nos hace conscientes de la necesidad de ser breves y conservar la sencillez como portadora de aquello que busca el eterno aprendiz: ¡la sabiduría! Por eso la humildad no hace alarde del conocimiento porque sabe que no le pertenece y que debe ser compartido de manera generosa.

Quien resulta ser más elocuente con frecuencia pasa desapercibido porque, más allá de predicarla, practica la humildad. Entonces, reconoce que es válido equivocarse porque es solo la constancia de que se hizo el intento. Encuentra la armonía y renuncia al conflicto porque ve a los otros como sus iguales y los valora por lo que son, más allá de sus tenencias. Renuncia a tener la razón porque intuye que las visiones se enriquecen cuando son incluyentes. Evoca modelos a seguir pero sin dejar atrás su esencia misma. Ama lo veraz y natural porque allana el camino de la mano de la confianza. Se dispone a servir porque sabe que es sinónimo de ventura. Adopta la gratitud como actitud ante la vida y encuentra en ella la satisfacción de sentir compensado su esfuerzo.

Esa humildad comprende que las virtudes son relativas y por eso avala la modestia y la mesura. Identifica la nobleza como esencia de lo sublime y estrecha vínculos porque sabe que en el compartir, más que en competir, habita la alegría. Encuentra méritos en la vocación porque es ejercida desde el gozo.

Que la humildad nos recuerde siempre de dónde venimos y hacia dónde vamos…

Alejandro Posada Beuth

UNA LUZ

UNA LUZ

“Hay dos maneras de difundir la luz. Ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja” Yutang Lin

Resulta paradójico que el cerrar los ojos pueda facilitarnos la posibilidad de contactar con la claridad y la luz que habitan en nuestro interior. Como también lo es que el exceso de iluminación pueda enceguecernos. Una vez más se pone de manifiesto la necesidad de saber regular y dosificar cada cosa.

Pero lo que sí es cierto es que, quien desde el silencio se interioriza y contacta con su luz, se comporta como un faro para sí mismo y es candil para muchos otros porque comienza a descubrir que el fulgor que contagia con su resplandor puede ser suficiente para ser guía de quienes navegan en la oscuridad, disipando las sombras y mostrando la dirección correcta. Esto, en la noche confusa, puede resultar de incalculable valor y hacer que pasemos de la culpa al perdón, del rencor y el resentimiento a la compasión, de la envidia y la codicia al desapego y la entrega generosa, o del sufrimiento y la angustia a la esperanza y la compañía como bálsamo.

La luz comienza a evidenciarse cuando con una palabra podemos plantar motivos para continuar, o cuando nos comportamos como sembradores de soluciones ante las piedras del camino, o cuando la coherencia y el respeto respiran con nosotros ayudando a disipar las víctimas y los victimarios. Así mismo, cuando el vuelo se hace en manada porque nos hacemos conscientes de la importancia de lo que nos trasciende como individuos. O cuando es el corazón el que agenda lo primordial.

El sol interior nos permite jugar con la intensidad y los matices para diferenciar los claroscuros de lo cotidiano. Nos llena de inocencia y transparencia para entregar actos puros. De tolerancia y paciencia para evitar la tiranía del que juzga. De responsabilidad para compartir aptitudes y talentos con el carisma de quien se brinda a sí mismo por la enorme satisfacción de servir. De solidaridad y apoyo incondicional con causas ajenas porque de esta manera estrechamos lazos que nos recuerdan que no estamos solos. De sonrisas por compartir porque sabemos que habrán de mitigar momentos de prueba para quienes padecen en soledad.

Que cada quien irradie desde lo más profundo para que las tinieblas sean apenas el anuncio de un nuevo amanecer. Que nos reconozcamos como portadores de la llama ardiente que puede cultivar fervor y entusiasmo. Que la fraternidad se asome de nuevo para que por fin volvamos a identificarnos como Seres de Luz

Alejandro Posada Beuth

UN RECUERDO

UN RECUERDO

“El recuerdo es el perfume del alma” George Sand

Viajar hacia el pasado y esculcar en el tiempo entre experiencias y sensaciones puede modificar nuestro presente y con ello nuestras circunstancias. Surgen imágenes y percepciones que incluso en muchas ocasiones habíamos dejado en el baúl de los recuerdos y es, cuando menos, fascinante poder usar esta capacidad para revivir muchos momentos mágicos y permitir que se proyecten en la pantalla de la película de la vida.

Evocar los primeros rostros de los que fuimos conscientes y con ellos sus gestos y caricias que quedaron impregnados para siempre porque nos brindaron seguridad en un mundo que apenas comenzábamos a recorrer, o el paso preliminar por las aulas de clase en compañía de quienes marcaron épocas de fantasías e ilusiones inigualables, o aquella ocasión en que tomamos la mano de ese “alguien” que por primera vez nos hizo estremecer a tal punto que terminamos fundidos en un abrazo y un beso interminable. Ni qué decir de la llegada a la época universitaria en que comenzábamos a vislumbrar probablemente el que sería nuestro oficio a manera de vocación y consagración. Instantes irrepetibles como experimentar ser padres. En fin, tantas y tantas vivencias que al ser traídas al aquí y al ahora nos reafirman en lo bello y generoso que ha sido nuestro paso por esta humanidad.

Por eso, nos convertimos en coleccionistas de historias y cada retrato abre la cámara de los recuerdos con todos los significados que alimentan nuestro recorrido despertando actitudes sensatas y amorosas que nos conectan con nuestra esencia para, una vez más, recrear escenas que tuvieron tal impacto que decidieron mudarse a ese lugar de privilegio para ser traídas al antojo en nuestro día a día.

Más allá del tiempo y el espacio, nos encontramos con códigos de sabiduría que recibimos en el umbral de lo más sensible de nuestro ser, para no perder de vista que este caminar lo hemos trascurrido en compañía. Por, y gracias a ello, hemos sido co-creadores en la tarea de diseñar cada capítulo de nuestra biografía, lo que hace que avancemos con plena disposición a la apertura, potenciando el poder de cada creencia. Al ejercitar esa maravillosa cualidad de recordar, la memoria nos permite auto-observarnos para darnos cuenta de que, paradójicamente, ya no somos el ser que fuimos y que hemos evolucionado para poder también llegar ser parte de los recuerdos de muchos otros.

Que cada recuerdo sea una oportunidad para abrir el corazón, para ascender hacia la cima de los más grandes desafíos, para nutrirnos de optimismo, para asegurar el equilibrio en nuestras acciones y para ampliar nuestra visión del mundo…

Alejandro Posada Beuth

LA VERDAD

LA VERDAD

“La verdad os hará libres” Jesús

La honestidad, la sinceridad y la franqueza suelen acompañar a la verdad que es un valor que resuena con lo moral, lo ético y lo estético. Retira los velos de las cosas, es decir, que nos permite apreciarla sin tapujos lo que, a su vez, genera confianza y sensación de seguridad.

La verdad comienza con el perdón que expía las culpas, o también con la inocencia sin segundas intenciones, con un primer paso en dirección de la conquista de los sueños sin el menor asomo de duda, con asumirnos a nosotros mismos tal y como somos, con proyectar amor, liberar las dudas y multiplicar las certezas. Así mismo, con la alegría expresada a través del canto o la danza, con la resolución de viejos conflictos, con la renuncia al reconocimiento y la aprobación, o con la mente superior puesta al servicio.

Cuando nos llenamos de suficiente fuerza en el corazón para llevar a cabo la misión, cuando los actos se visten de gratitud, cuando damos paso a nuestras preferencias para entregar con alegría lo que somos, cuando la inspiración es requisito para expresar nuestra voz, o cuando la inteligencia amorosa nos proyecta, es entonces cuando la verdad se hace manifiesta y recuperamos la conciencia de cada movimiento. La consistencia, la precisión y la coherencia comienzan a coincidir como sustento de los mejores propósitos.

La verdad hace que la imagen sea un reflejo del interior y, reconocernos en ella, puede cambiar un destino porque sentimos que estamos a paz y salvo con nosotros mismos. Esto nos lleva a comprender que ya no es necesario vivir en el mundo de los opuestos y que la sombra es parte de la luz. Desde la sencillez, la desnudez, la humildad y la belleza podemos avizorar un horizonte que invita a sustituir y a olvidar las ofensas para recuperar la fuerte expectativa de que las cosas irán bien y que la apatía y la desesperación se han de desteñir ante la correcta perspectiva del entendimiento y la compasión. Es así como las palabras cuidan y no ofenden porque se nutren de la Bondad Esencial de la que fuimos creados a imagen y semejanza.

La mente desaparece en el campo del silencio, donde habitan las posibilidades sin límites y yace la verdad, la misma que permite que seamos dignos de disfrutar la felicidad porque es de nuestra legítima propiedad y hace parte del inventario más excelso de las virtudes que vamos recopilando en el camino de nuestras vidas…

Alejandro Posada Beuth

LA BELLEZA

LA BELLEZA

“La belleza es el esplendor de la verdad” Platón

Experimentar la belleza es probar sensaciones y valorar lo que va más allá de las formas. Es descubrir que es el observador, más que lo observado, quien se convierte en protagonista y que, por tanto, los ojos de quien la mira son los que otorgan esta cualidad. En ese orden de ideas, la vivimos desde lo que interiormente es nuestra percepción que ya ha sido acrisolada y que, paradójicamente, muchas veces se convierte en algo que trasciende nuestros sentidos que, en ocasiones, se hacen insuficientes para captar y describir su magnitud.

Contemplar la belleza es depurar para no contaminar. Es escuchar la voz del alma en el silencio de la conciencia. Es palpar desde el corazón para apreciar el encanto de un abrazo. Es observar desde el colorido de lo vivido y plasmar con el pincel de quien se inspira en lo sublime. Es degustar desde el manjar de los recuerdos repletos de momentos indescriptibles y percibir el aroma del ser amado con solo evocar su imagen.

La belleza suele vestirse de armonía, de simetrías y figuras agradables como propuestas externas, pero requiere de impecabilidad interior para ser captada en toda su dimensión. Es por eso que se crea una realidad que le da categoría a lo creado, porque es enriquecido desde la esencia misma de la obra perfecta que somos. Así despertamos del letargo de los espejismos e ilusiones y empezamos a conectarnos con la Fuente misma de todo lo manifestado.

La belleza habita en el silencio porque allí se disfruta de la flor, de sus texturas y su colorido, sin robarle su aroma. Es equilibrio entre la acción y la quietud. Es un concierto de notas inteligentes y elegantemente mezcladas para hacer de la música, poesía. Ella sola, sin esfuerzo alguno, incita a entrar en estados meditativos que la cultivan y la hacen perdurar en el infinito de los tiempos. Por eso es revelada cuando estamos dispuestos a recibirla y eso ocurre cuando decidimos ser lo que somos, sin maquillajes ni fachadas, porque lo bello es fácilmente identificable.

¡Qué lindo sería comenzar a redescubrir que vale la pena combinar lo estético con lo ético! Sería formidable también volver a lo bueno, puro y limpio que hay en nuestra existencia porque allí reside la belleza, la misma que nos hace conscientes de que el verdadero paraíso siempre tiene como requisito su presencia y es la que le da identidad a nuestro ser, más allá de los cánones que solo menguan su significado…

Alejandro Posada Beuth