“El recuerdo es el perfume del alma” George Sand
Viajar hacia el pasado y esculcar en el tiempo entre experiencias y sensaciones puede modificar nuestro presente y con ello nuestras circunstancias. Surgen imágenes y percepciones que incluso en muchas ocasiones habíamos dejado en el baúl de los recuerdos y es, cuando menos, fascinante poder usar esta capacidad para revivir muchos momentos mágicos y permitir que se proyecten en la pantalla de la película de la vida.
Evocar los primeros rostros de los que fuimos conscientes y con ellos sus gestos y caricias que quedaron impregnados para siempre porque nos brindaron seguridad en un mundo que apenas comenzábamos a recorrer, o el paso preliminar por las aulas de clase en compañía de quienes marcaron épocas de fantasías e ilusiones inigualables, o aquella ocasión en que tomamos la mano de ese “alguien” que por primera vez nos hizo estremecer a tal punto que terminamos fundidos en un abrazo y un beso interminable. Ni qué decir de la llegada a la época universitaria en que comenzábamos a vislumbrar probablemente el que sería nuestro oficio a manera de vocación y consagración. Instantes irrepetibles como experimentar ser padres. En fin, tantas y tantas vivencias que al ser traídas al aquí y al ahora nos reafirman en lo bello y generoso que ha sido nuestro paso por esta humanidad.
Por eso, nos convertimos en coleccionistas de historias y cada retrato abre la cámara de los recuerdos con todos los significados que alimentan nuestro recorrido despertando actitudes sensatas y amorosas que nos conectan con nuestra esencia para, una vez más, recrear escenas que tuvieron tal impacto que decidieron mudarse a ese lugar de privilegio para ser traídas al antojo en nuestro día a día.
Más allá del tiempo y el espacio, nos encontramos con códigos de sabiduría que recibimos en el umbral de lo más sensible de nuestro ser, para no perder de vista que este caminar lo hemos trascurrido en compañía. Por, y gracias a ello, hemos sido co-creadores en la tarea de diseñar cada capítulo de nuestra biografía, lo que hace que avancemos con plena disposición a la apertura, potenciando el poder de cada creencia. Al ejercitar esa maravillosa cualidad de recordar, la memoria nos permite auto-observarnos para darnos cuenta de que, paradójicamente, ya no somos el ser que fuimos y que hemos evolucionado para poder también llegar ser parte de los recuerdos de muchos otros.
Que cada recuerdo sea una oportunidad para abrir el corazón, para ascender hacia la cima de los más grandes desafíos, para nutrirnos de optimismo, para asegurar el equilibrio en nuestras acciones y para ampliar nuestra visión del mundo…
Alejandro Posada Beuth