“Tu inteligencia puede ser confusa, pero tus sentimientos nunca te van a mentir»(Rober Ebert)
La vida es movimiento y las emociones son el motor para ello.
De hecho, su no expresión (alexitimia), puede llevar a que se presenten hasta
un 40 % más de enfermedades. Por este motivo, la manifestación de los
sentimientos debe constituirse siempre en una prioridad inaplazable.
Satisfacción, plenitud y felicidad pueden ser el resultado de acciones como la
cooperación, la compasión y el altruismo.
Para gestionar de manera adecuada las emociones es necesario,
ante todo, comprenderlas y empoderarse asertivamente, lo cual lleva a poner en
acción la capacidad de modificarlas y controlarlas. Esto es, tener la
posibilidad de cambiar el tipo de respuestas frente al pasado y las culpas e
igual frente al futuro y las expectativas, para poder centrarse y regular desde
el presente las percepciones y expresiones, aún de los propios genes.
La emociones pueden alterar la neurofisiología y con ello la
conducta y la capacidad de aprendizaje o la intensidad de los impulsos. Un beso
puede descubrir todo aquello que ha estado en silencio. Una mirada puede ser
suficiente explicación o un roce el despertar de una experiencia que puede
quedar en el registro eterno. Un aroma quizás sea la mejor excusa para evocar
al ser querido. En síntesis, todo aquello que nos cuentan los sentidos va a ser
el encendido que ponga en marcha dichas emociones.
Lo mezquino puede llevar a la ruina y a la desventura, que
aniquilan la felicidad. Por el contrario, todo aquello que se derive del amor
puede ser antídoto para el sufrimiento, por lo que vale la pena sembrar las
semillas de las correctas relaciones para convertirnos en verdaderos jardineros
del alma que hagan perennes los cultivos de ternura que florezcan en colores de
libertad.
Transmutar lo impuro en pensamientos valerosos, la agitación
en reposo y paz, la negligencia en agrado y simpatía, o la orfandad en
protección y bondad, es reorientar la brújula para navegar en la dirección
adecuada y pasar de la existencia a la esencia. Es trascender el ego para dar
cabida a la intuición y es ofrecer un brindis por la calidez y el afecto.
Alejandro Posada Beuth