“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer” (Bertolt Brecht)
En ocasiones estructuras muy organizadas se ponen en riesgo ante lo inesperado y repentino. Pero quizás esto mismo puede ser el preaviso de sucesos trascendentales que nos exhortan a dar inicio a un movimiento en espiral en la senda evolutiva hacia la toma de Conciencia, en medio de una buena dosis de incertidumbre ante el cambio.
La crisis generalmente implica emergencia que, como lo sugiere el vocablo, eleva el nivel de nuestras vibraciones para surgir con ímpetu a un nuevo orden, lo cual puede leerse como una ventaja imprevista desde la mirada de quien acepta el reto de la renovación para salir fortalecido en la expresión misma del potencial convertido en talento.
De esta manera los obstáculos se tornan en desafíos, la codicia en gratificación de los deseos en términos más humanos y el Plan Mayor en pretexto para desaparecer las jerarquías. Entonces, morir a lo no esencial se vuelve prioridad para nacer a aquello que construye y edifica con el fin de pasar de la evolución a la revolución que lleva consigo las más profundas transformaciones.
De igual modo, la crisis en su justa dimensión interroga al corazón que, cuando escucha desde la voz del silencio, exalta la nobleza, la honestidad y la sinceridad para acunar la semilla de la compasión y el entendimiento que rescatan el colorido de esa inteligencia alineada con el Universo para permitirnos observar pensamientos y emociones sin emitir juicio alguno, en un acto de verdadera devoción en el que el afecto y la ética desplazan la razón. Así florece el amor y fructifica la libertad que renuncia a retener para, simplemente, invitar. La pasión pone fin a los límites y la disciplina supera a los deberes. El optimismo vence la fatiga y las palabras y los gestos comienzan a ser manifestación viva de la alegría que no busca explicaciones porque en nosotros habitan la pureza y la verdad.
En ese orden de ideas, desde el Mago interior cobra fuerza la alquimia para comprender que “hoy es siempre todavía” y que el mundo de las posibilidades espera con paciencia el llamado sereno de la confianza para transmutar la conmoción en aceptación y dejar atrás la mediocridad y el conformismo.
Alejandro Posada Beuth