LA DUDA

LA DUDA

“La duda mata más sueños que el fracaso” Suzy Kassem

Una elección implica a su vez una renuncia. Es por ello que, ante la ausencia de claridad, con frecuencia vacilamos o no nos sentimos lo suficientemente seguros como para tomar decisiones, probablemente porque los argumentos no son suficientes y no terminan de convencernos ni siquiera a nosotros mismos.

Cuando existe la duda, las creencias se debilitan y, con ello, se afectan las acciones. Pero, a su vez puede ser que, precisamente por ella, ahondemos y profundicemos en el conocimiento para consolidar nuestras ideas y recuperar la confianza, que muchas veces ha sido desplazada por presunciones. ¿Cuántas veces habremos endilgado culpas a otros simplemente basados en suposiciones que terminan siendo tan solo una muestra de nuestras carencias porque no nos basta con leer los ojos del otro para encontrar la certeza que buscamos? ¿En cuántas ocasiones habremos demostrado nuestra falta de amor al doblegarnos ante la inseguridad y el temor? ¿En cuántas oportunidades habrá sido esquivo el perdón por camuflarnos en la desilusión o las decepciones al no aceptar nuestras propias limitaciones, sin comprender que el amor goza de plenitud y que por eso no reclama nada a cambio? O ¿Cuántos momentos fueron sacrificados por no haber visto más allá de unas apariencias que ocultaron valores y virtudes?

La duda y el escepticismo son hermanas y regularmente van acompañadas de bajas vibraciones que deterioran la convicción, la libertad y la abundancia. En ocasiones, ante la necesidad de sentirnos dueños y poseedores, fabricamos muros que obstaculizan el libre flujo de nuestras emociones. Dejamos entonces de reconocer las propias necesidades por valorar lo que nos falta y no lo que nos fue dado.

Pero si la duda sirve para deshacernos de verdades a medias, será maravilloso comenzar otra vez a partir de cimientos nuevos que generen consolidación y apoyo mutuo. Será la manera de volver a creer para sintonizarnos y poner manos a la obra, en dirección de lo esencial. La incertidumbre puede ser carcelera de nuestro destino. Nacimos para ser libres y por eso es importante evitar la tiranía de las indecisiones.

Que, más que reproches o críticas que acrecienten la duda, podamos expandir la conciencia para volver a lo “seguro que no tiene misterio”. Que la vida esté llena de motivos y que, de esta manera, podamos proyectarnos con entusiasmo y fe. Que la elección de intuir a los demás parta de la autopercepción.

Alejandro Posada Beuth

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