FORTUNA

FORTUNA

“La diligencia se hace amiga de los audaces” Emily Dickinson

Experimentar la verdadera felicidad es descubrir el significado de la palabra fortuna. Más
allá de la suerte, esta es una sensación que nos lleva a sentir la abundancia y la plenitud
interior que también trascienden lo tangible. Se manifiestan la cercanía y el sustento físico
porque alguien nos releva con nuestras cargas. Comenzamos a resonar con los acordes
más cercanos al corazón y por eso la partitura de la vida es leída con asombro y
admiración. Nuestra propia proyección a la vida se despeja. Quedan atrás las sombras
para que cada día tenga la luminosa categoría de la primavera inagotable.
Con la fortuna de nuestro lado, la mente se extiende y toca lo que contemplamos en
nuestros pensamientos para, de esta manera, crearlo. Es entonces cuando comienza el
viaje hacia el Ser, en el que decodificamos muchas instrucciones para sintonizarnos con lo
que ya intuíamos. Abstraer, pensar e imaginar se convierten en hábitos esenciales y por
eso ya no se trata simplemente del azar o los caprichos, sino de comenzar a gobernar las
rutas que llevan al sendero inequívoco de nuestros sueños, a través de la fuerza
magnética atractiva que genera coherencia y armonía.
Por eso fortuna es también, como decía el poeta, “la alegría del que tiene un solo amor y
le alcanza”. Es sentir que somos la totalidad impresa en nosotros y que estamos
completos. Por tanto, en nuestro ser esencial, no existen las carencias porque
trascendemos nuestros deseos y emociones personales para conectar el amor con la
inofensividad. Es así como comprendemos que ya el trabajo es desde el alma grupal y no
desde el individuo. Allí donde residen todas las potencialidades y la vida se expresa
renovada de la mano de la libertad, priorizando y confiando en la sabiduría.
La fortuna radica en que cada pensamiento cree una experiencia de gozo. En que se
disuelvan las excusas para no intentarlo, en que veamos las cosas mejor aún de lo que
son, en que lideremos nuestra propia existencia y creemos un destino tal y como lo
soñamos en el momento mágico en que restablecimos la comunicación interior. Consiste
también en que conquistemos la fuerza suficiente y necesaria como para encontrar salidas
a los laberintos emocionales. En que para cada plan haya una estrategia que nos lleve a
escribir la historia propia y a despejar la de quienes vienen detrás. O en que
identifiquemos que el éxito debe ir acompañado de la realización para que podamos vivir
la vida en nuestros propios términos.
Que la fortuna permita la libre manifestación y la espontaneidad de nuestros actos…

Alejandro Posada Beuth

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