¿La crisis de la empresa o la empresa de la crisis?

Los milagros ocurren cuando cambia la posición del observador. No hace falta ser un físico cuántico para percatarse de esta enorme verdad. Basta el sentido común que, extrañamente, no suele ser el más común de los sentidos. Este es el propósito del titulo de este artículo: el de que, quien lo lea, comprenda que bien vale la pena tomar la posición correcta para poder emprender empresa y no simplemente quedarse a contemplar la desaparición de la misma.

Es tiempo pues, de que surja el observador-emprendedor, que pueda hacer a un lado los modelos o paradigmas clásicos para que la crisis se convierta en el cambio o mutación requerida que permita dimensionar la nueva empresa. Y esa nueva empresa debería replantearse desde su objetivo mismo. Resulta obvio que el móvil sea lucrativo, pero quizás valdría la pena redefinir en qué términos se miden esos lucros.

Bienvenida la crisis si ha de ser para que el dinero y el ser-vicio (el único vicio que deberíamos permitirnos: el vicio de ser, auténticos y originales) vayan marchando al unísono y de manera sincrónica.

Maravillosa la crisis si ha de ser para que se pueda llevar a cabo el plan de la humanidad, entendida ésta como una verdadera organización cuyas jerarquías sean medidas en términos del amor, que se manifiesta en el justo equilibrio entre el dar y el recibir para que el dinero sea en adelante el mejor instrumento de buena voluntad y no el agente mayor del egoísmo que atomiza lentamente nuestra sociedad.

Que la codicia sea reemplazada por la gratificación de los deseos en términos más humanos. Que muchas manos se unan para que el deseo no siga siendo particular sino que resplandezca la esplendidez financiera como dispensador de las riquezas del universo.

Magnífica la crisis si ha de ser para que el pasado no sea el ancla que ate al ser humano de manera patológica, sino que pueda vivir su presente en presente y sin temor al futuro, tan incierto con el modelo actual (la mayor parte de las enfermedades actuales tienen su origen en el temor al pasado o al futuro).

Excelente la crisis si se emprenden los nuevos modelos educativos en los que prevalezca el haber espiritual como pilar fundamental para el resurgir de la esperanza y la fe en las generaciones venideras.

Oportuna la crisis para crear la empresa de la con-fianza (la fianza en el corazón) que permita que el dinero circule y supla las necesidades elementales.

Que el pensamiento creativo determine el poder magnético de los individuos y los grupos para que la reserva financiera del mundo sea permeada por la nueva filantropía universal.

Que la nueva empresa sea más incluyente y participativa para que, de este modo, la conectividad y la responsabilidad sean claves en el éxito.

Que el corazón atesore a una empresa con alma, que no mire al competidor como el enemigo, sino como el complemento, y que la única competencia sea consigo misma para dar lo mejor.

Que la nueva religión (re-ligar: volver a unir) de la empresa sea la de la misma empresa de la Tierra que nos permita ir en la búsqueda de una ecología más humana, en paz y armonía con el entorno, para que la productividad económica sea medida en las mismas unidades de la productividad humana, que lleve a que todos seamos componentes integrados e interdependientes (no dependientes).

En Síntesis: que la empresa de la crisis devele la nueva consciencia de la empresa para que la rentabilidad económica, social y humana se vea expresada en el bien-estar y que, del crédito y la hipoteca, trascendamos de una vez por todas a la nueva cultura de la abundancia en la que, como decía Facundo Cabral, “tengamos menos para tenernos más”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.