Reconciliarnos…

Reconciliarnos…

RECONCILIARNOS

“Inscribe los agravios en el polvo; las palabras de bien, inscríbelas en el mármol” Benjamín Franklin

Volverse a unir, retomar los nexos, dejar atrás las diferencias, limar asperezas y reencontrarse con la empatía, son aspectos que no pueden estar desligados de la voluntad, la introspección y el arrepentimiento y, por supuesto, de la capacidad de perdonar. Evidentemente no son tareas de fácil realización, pero es justamente en esto, donde radica la importancia de un acto de nobleza semejante.

Retirar las ofensas, pintar juntos el futuro, asumir responsabilidades, hablar desde la serenidad interior, salir de las sombras, implica renunciar a victimizarse o a huir, ser compasivos y proactivos, asertivos y resilientes. Todo esto nos permite reconciliarnos también con lo esencial, redescubrir los significados y volver a lo seguro. Expiar culpas y tener la valentía de mirarse en el propio espejo para ver más allá de las apariencias en búsqueda de la transparencia.

Presumir puede ser muestra de lo que adolecemos. Detrás de ello pueden esconderse batallas íntimas en señal de muchos aspectos que no abrazamos y que proyectamos a la humanidad como parte de la penumbra que aún habita en nosotros. Gran parte del sendero por recorrer está en el ascenso hacia la conciencia, en reconocernos y aceptarnos para encender el fuego que transmuta y define nuestro destino, que cierra ciclos y abre oportunidades, que convierte el conflicto en armonía para volver a levantarnos juntos en procura de la esperanza y la ilusión.

Lo que nos aísla y genera rupturas es una pequeña muerte, pero de los restos ha de surgir una nueva promesa, otro territorio por conquistar, un vuelo por emprender, una inédita melodía por entonar u otro lienzo por pintar. En aquello donde nos encontramos se halla el potencial que ha de recrear el paisaje que cautive nuestra mirada y que genere regocijo y alegría a borbotones.

Que sea el momento para doblegar al orgullo, para evitar las auto explicaciones como pretextos o para dejar de lado la ira retenida. Que en adelante primen la actitud y la disposición al cambio, la posibilidad de explorar nuevas formas con objetivos realistas, el contagio del buen humor para que cosas buenas sucedan, el beso a tiempo para no lamentarnos eternamente, o la mirada cálida que acoja y de rienda suelta a la imaginación. Y, por qué no, un “te amo” sin tener que buscar motivos diferentes a lo que dicta el corazón de manera natural…

Alejandro Posada Beuth