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Momentos

LO EFÍMERO

“Todo es efímero, como el arco iris” Virginia Woolf

En ocasiones lo fugaz y transitorio es vivido de manera tan intensa que es suficiente para pasar de lo efímero a lo que deja huella por siempre. Hay expresiones que tienen un carácter perecedero pero que luego permanecen en el tiempo como referentes de vida y es así como lo intrascendente e irrelevante se sienta en un trono inesperado para quedarse definitivamente.

Un momento puede tornarse eterno. Un encuentro de almas puede ser registrado en el tiempo sin fin. Un gesto quizás llegue a permanecer por lo que logró descifrar y mover desde las entrañas más profundas. Una mirada puede conquistar el título de seductora cuando es suficiente como para impactar y desatar fibras. Una palabra a tiempo puede quedar haciendo eco y resonando en el último rincón de nuestro ser, dibujando lo trascendente. Un apretón de manos puede sellar un compromiso mayor respaldado por el honor que no se negocia.

Lo efímero puede volverse perdurable en un destello de luz que promete un futuro diferente y repleto de posibilidades. O en una melodía que reafirma un recuerdo de amor que queda como símbolo de lo infinito. También en un escrito, producto de esa inspiración que llega para ocupar un puesto de privilegio porque ha de cumplir su cometido cuando, quien lo lea, al mismo tiempo escuche lo que dictó el corazón de aquel que lo plasmó. Pero, además, en una carcajada que no puede detenerse porque la plenitud se hace incontenible. O en un amanecer que llena de esperanza e ilusión a quien aguarda pacientemente por esa nueva oportunidad.

Pasar de lo efímero a lo eterno nos recuerda que estamos vivos, que el fervor debe ser condición para cada acción y que el siguiente paso debe ser dado con vehemencia y devoción, con el anhelo de llegar por fin a la conquista del reto trazado. Nos muestra también que las emociones pueden llenar de color cada vivencia y que en nosotros está la posibilidad de jugar caprichosamente con los tonos y matices de nuestros sentimientos. Que la vida es lo que es y espera por nosotros para cultivar ideales y cosechar las mayores alegrías.

Que el despertar de conciencia nos permita asistir al banquete de las recompensas por cada esfuerzo realizado. Que lo hecho por nosotros toque tantos corazones como para que, al final de la jornada, podamos sentir que hemos cumplido con nuestra parte…

Alejandro Posada Beuth

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Meditación Vida

SANACIÓN

“Sanar es tocar con amor lo que previamente tocamos con miedo” Stephen Levine

La energía sana o destruye según sea dirigida. Cuando nos reconocemos como partes de un universo mayor, la vida y la conciencia se llenan de potencialidades y ese movimiento impulsor se convierte en el agente espiritual detrás de toda manifestación. Es así como la claridad se hace manifiesta e iniciamos el regreso a casa, al centro, al amor en movimiento, al corazón.

En medio de una existencia distorsionada, la coherencia se hace necesaria para dar paso a una renovación permanente que nos permite fluir por los caminos de los aprendizajes para unir al alma y la personalidad en el silencio y escuchar con humildad la lección inmersa en esas situaciones de aparente oscuridad, que no son otra cosa que oportunidades sublimes para volver a estar con nosotros mismos.

Sanar es liberarnos disipando las dudas y multiplicando las certezas. Es recorrer los lugares y disfrutar de los momentos más simples sin perder la dicha de asombrarnos. Es la primera expresión del servicio para rescatar al verdadero Ser que habita en nosotros. Es la voz que solo se expresa cuando el corazón es quien dicta. Es focalizarnos en lo primordial para alinearnos con la compasión y la ternura. Es descubrir el gozo en el tiempo presente. Es recuperar el “son-ido” para volver a experimentar la música interior e imaginar para sembrar y luego cosechar. Es perdonar y perdonarnos hasta comprender que los yerros son la invitación a levantarnos después de reconocerlos con hidalguía y haciendo honor al compromiso.

Sanar es transmutar la lástima en alegría compartida. Es vencer la crítica para que la unidad sea revelada. Es limpiar los pensamientos para que las ideas colectivas florezcan. Es acercarnos al discernimiento con profundo respeto para poner puntos en común. Es alcanzar el tiempo perdido para fundirnos en un abrazo y contarnos historias sin fin para tener el pretexto de una compañía. Es disponernos a asumir los riesgos con tal de alcanzar en la meta, una sonrisa. Es renunciar al control hasta entender que no somos imprescindibles. Es usar las fricciones como trampolín para darnos cuenta de que el sufrimiento es pasajero. Es pescar para enaltecer a quien nos enseñó. Es ser transparentes para poder mirar a los ojos del otro. Es encontrar los significados en medio de las turbulencias. Es elevar los ojos al alma para homenajear la perfección Divina en nosotros.

Sanar es agradecer, agradecer y agradecer…

Alejandro Posada Beuth

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Mente-Cuerpo

CONCIENCIA

“Ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma” Francois Rabelais

En momentos de reflexión suelen surgir interrogantes que nos hacen buscar y comprender el origen de nuestros actos y observarlos dentro de una escala de valores que tenemos como referencia, para intentar conocernos a través de algo intangible y mucho menos medible, en procura de hallar lo que somos. En muchas ocasiones, inclusive, terminamos dando calificativos de bueno o malo, todo dentro de un sistema de creencias que nos permite acceder a aquello que consideramos como nuestra esencia.

Es así como diríamos que es necesario que exista la conciencia para poder experimentar las emociones, pero ni siquiera sabemos a ciencia cierta, dónde se aloja ésta. Lo cierto es que pareciera que fuéramos sumando experiencias que van determinando este concepto que se dinamiza con nuestra propia evolución y en el entendimiento de que somos seres que requerimos de vínculos, a partir de los cuales vamos dejando en claro que es lo aceptable y deseable.

Tomar conciencia es darnos cuenta del instrumento que somos dentro de ese “algo” que nos trasciende y que hace que empecemos a agregar valor a todo aquello con lo que nos topamos. Es conectar la cabeza con el cielo y los pies con la tierra para darnos cuenta del edén en el que habitamos y en el que convivimos con esos “otros” que nos ayudan a reafirmarnos en el territorio. Es toda la potencialidad que limpia y alinea desde lo inofensivo del Ser. Es el agente impulsor que nos conecta con el Espíritu para vencer la invalidez y la dependencia. Es descubrir que multiplicamos la luz de la que estamos hechos cuando realizamos un acto de amor.

Tomar conciencia es, también, renovar la fuerza coherente de una intención que cobija a la humanidad, renunciando al reconocimiento. Es un ágape para anunciar las buenas nuevas que siempre van detrás de la entrega como señal de amor incondicional. Es comenzar a recorrer de verdad el sendero de la transformación. Es sanar el alma colectiva para recorrer juntos la senda que ha de conducirnos hacia la bienaventuranza. Es contenernos sin reprimirnos para evitar palabras ociosas. Es eludir el ruido interno para disfrutar del canto y el poema e intuir a sus compositores. Es ir a las raíces para no olvidar nuestro origen. Es renovarnos permanentemente y permitirnos fluir en el río de la vida. En recuperar el tiempo para tenernos más y dejar atrás el separatismo que puede tornarse en la peor de las agresiones. Es cruzar el laberinto para descifrar las lecciones que se nos ocultan cuando no somos lo que somos…

Alejandro Posada Beuth

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Vida

OPTIMISMO

“El optimismo es la fe que conduce al logro” Helen Keller

En ciertas circunstancias pareciera que menguan las fuerzas y las sombras ocupan un lugar preponderante. Pero una actitud correcta y una adecuada disposición pueden cambiar las perspectivas, al punto de que solo lo mejor sea revelado y que las dificultades se conviertan en ascensos a nuevos niveles.

El optimista es amigo de las transformaciones y siempre tiene al buen humor como aliado de lujo. Se confabula con su cuerpo y escucha sus señales. Contagia alegría porque sabe que tarde o temprano habrá eco. Elogia a quienes saben elevar la frecuencia de sus emociones y acepta el diálogo interno como un buen refugio ante la incertidumbre. Se cuestiona pero está dispuesto a escuchar respuestas. Sabe que el bienestar comienza con sus pensamientos. Ignora al necio y aprende de la prudencia. Complementa la lógica y la razón con los dictados del corazón.

El optimista sueña pero no es esclavo de las expectativas. Arriesga y se apasiona porque descubre en cada reto una deliciosa provocación. Evita resistirse y más bien fluye con la mente abierta del aprendiz. Afronta sin temores y fabrica paisajes con lo más elemental. Filtra desde su centro y solo da valor a aquello que ayuda a construir. Evita señalamientos e invierte su energía para aportar a las soluciones. No entiende de polos opuestos sino de complementarios. Hace su mejor esfuerzo pero se aleja del perfeccionismo y contempla los fracasos como buenos intentos.

Trascender lo negativo y generar pensamientos positivos suele ser una de las labores que el optimista prioriza. Él evalúa continuamente y sabe que tiene derecho a mirar nuevas estrategias, a dirigir su mirada hacia modelos diferentes y a enriquecer sus opciones sin conocer de fronteras. Busca en lo cotidiano otras explicaciones y conecta con nuevas ideas para evitar la monotonía. Es consciente de sus capacidades y las convierte en acciones. Sabe que cada segundo es una buena oportunidad para comenzar de nuevo y hace de la resiliencia un hábito.

El optimista no se entrega a la suerte porque sabe que el éxito es producto del empeño y no del azar. Se concentra en cada acción y observa su propio desempeño para dar gracias a la vida por los dones concedidos. Sabe que puede apoyarse porque se reconoce vulnerable y eso lo hace más valioso. Hace que cada día ocurran cosas favorables y siempre tiene una sonrisa como ofrenda…

Alejandro Posada Beuth

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Meditación

UNA GOTA

“Descubrí el secreto del mar meditando sobre una gota de rocío” Khalil Gibran

A pesar de lo minúscula, una gota guarda la cohesión necesaria como para conservar su esencia. En ella hay probablemente tanta información como la historia misma de la vida y sus orígenes. Aunque pueda pasar desapercibida, quizás en su interior esté el potencial suficiente como para crear un océano.

Una gota de ternura puede ser el mejor incentivo para continuar cuando ya el aliento se extingue y la agitación nos vence. Puede contener la suficiente dosis de desapego como para tener la seguridad de que el nuevo día ha de llegar con instrucciones a bordo para hacer frente a los nuevos desafíos y soltar las pesadas cargas de emociones que se anclaron en aquella noche oscura.

Una gota de pasión puede acrecentar con vehemencia la voluntad y hacer que ningún propósito sea más grande que nuestra intención. Puede también combinarse con la devoción y el cariño necesarios como para poner en movimiento el amor universal y hacer que el servicio, la ética y la razón ocupen un lugar jerárquico para que, al final, el esfuerzo sea compensado con la satisfacción de sentirnos uno con el otro.

Una gota de alegría puede ser suficiente como para iluminar las bóvedas celestes y tener la convicción de que vale la pena vivir intensamente y que la elección es nuestra. En ella reside la posibilidad de disfrutar de las conexiones instantáneas que suelen colmarse de satisfacciones, sonrisas, colores y gratas experiencias. Tal vez sea la mejor manera de vibrar con un mundo por diseñar a cada momento y haciendo de nuestros actos una nueva disculpa para maravillarnos con la existencia.

Una gota de honestidad y transparencia probablemente represente la forma de abrir los ojos de la esperanza para llenarnos de ilusión y seguir soñando que es posible un mundo mejor y que los días y las horas recuperan su significado cuando nos invade esa sensación de júbilo que hace saltar a cada célula de nuestro corazón, en señal de que las cosas van bien y que hay más y más motivos a la espera.

Una gota de asombro es bastante como para despertar el niño que habita en nosotros y pintar de magia y alquimia hasta la más compleja de las situaciones, porque no admite un “no” como respuesta a los imposibles y siempre abre sus ojos para que la luz porte las respuestas.

Que cada una de estas gotas desemboque en el mar de las certezas…

Alejandro Posada Beuth

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Mente-Cuerpo Vida

UN PROPÓSITO

“Si no sabes a dónde vas, ningún camino es bueno” Rafael Chirbes

Cada esfuerzo, cada sacrificio, cada intento, son apenas el reflejo del trazado que hemos hecho para “bebernos el mundo”. Disfrutar después de alcanzar un propósito es la compensación a decisiones tomadas que nos permitieron poner nuestro empeño, pasión e intención, para ganar el impulso suficiente en dirección de nuestros sueños y poder dar alcance a lo que nos habíamos propuesto.

Pero un propósito pierde su sentido si detrás de él no hay responsabilidad y talento porque deja de ser incluyente. Por eso debe trascendernos como individuos. Se hace necesaria, también, la presencia de aquellos que pueden llegar a ser nuestros mejores motivadores, porque en esas metas están inscritas sus voces de aliento y su valentía para sacarnos a flote cuando sentimos que las fuerzas son insuficientes. Cuando el recorrido lo hacemos en compañía, se aligeran las cargas y se multiplican las posibilidades. Ya no hay mártires o víctimas, sino solo héroes que luchan sin descanso. Las excusas son diluidas por la alegría que nos espera al final del sendero. Cada paso dado deja huella como clara muestra de que estamos alineados y de que el logro ya nos pertenece.

Nada de esto surge de la noche a la mañana. Es necesario escuchar ese murmullo interior que nos deja saber que hay un gran trabajo por realizar, muchas horas por devorar y seguramente una buena dosis de entrega en la búsqueda de sentido. Por eso un propósito debe tener el beneficio de ser flexible y cambiante, lo que nos permite jugar con estrategias que nos recuerdan que siempre hay opciones y que, cada vez más, las excusas se debilitan para dar paso a acciones contundentes.

Un verdadero propósito debe hacernos más libres. Permitirnos expresar nuestras más grandes aspiraciones para ser y permanecer en nuestra esencia. Enaltecer y rendir homenaje a quienes han permanecido cerca, aún en aquellos momentos en que las tempestades arreciaron. Debe también alimentar la llama de las ilusiones conjuntas para pasar de las promesas a las certezas. Impulsarnos a desafiar los imposibles porque, al final, el triunfo será el verdadero elixir de vida. Asumirnos a nosotros mismos para mirar sin prejuicios ni negaciones. Involucrarnos en pensamientos grandes pero repletos de humildad para reconocer los límites en el instante preciso. Conservar actitudes conscientes y amorosas para brindar por los motivos que nos da la vida día a día.

Y, como dice la Gran Invocación: “Que el propósito guíe las pequeñas voluntades de los hombres. El propósito que los Maestros conocen y sirven…”

Alejandro Posada Beuth

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Momentos Vida

UNA AMISTAD

“Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta” Emerson

Por supuesto hay momentos que se hacen inolvidables. Instantes en los que la gran diferencia resulta de una compañía cercana y confiable, repleta de afecto y protegida por la confianza. Enaltecida por trazos de simpatía con los que se sellan lazos irrompibles que nos hacen pensar que la vida es más amable cuando recorremos juntos el sendero, en presencia de un amigo.

Se tejen nexos tan sublimes que en cada acto dejamos parte de nosotros para sentirnos complementados con el aporte sincero de aquel que llega. Es una relación donde no existen mandatos y nos aceptamos mutuamente, sin cálculos, conjeturas o suposiciones. Llega a ser tan estrecho este vínculo que nos comunicamos en silencio desde un dinamismo absoluto y sin violentar el espacio sagrado, porque los límites son dictados por la prudencia y la moderación.

Una amistad pura nos permite pensar de manera espontánea, sin tapujos ni ornamentos y expresar sentimientos que anticipan la fusión de emociones para exaltar la grandeza de lo noble y lo transparente. Es tal el gozo y la fuerza, que cualquier vacío es diluido con un vino compartido o un acorde de guitarra que vibra al unísono con la percusión de un corazón sin distancias. No existen las suposiciones porque los ojos brindan seguridad y las sonrisas son prenda de garantía. Un abrazo es el anticipo de verdades absolutas, sin cuestionamientos ni asomos de duda. Una palabra precisa enmarca y da categoría a cada encuentro. Una lectura compartida honra a su autor y multiplica sus pretensiones, amenizando la tertulia que adquiere su propia valía por el solo hecho de ser compartida con quien se ha ganado el aprecio.

Una amistad descubre aquello en lo que coincidimos y mitiga las diferencias. Diluye el tiempo ante lo sagrado de cada segundo vivido con alegría. No conoce el significado de la palabra ausencia porque se aviva en lo eterno. Infunde ánimo cuando comienza a primar el desaliento. Es leal y sincera porque jamás pone condiciones. Comparte lo mejor porque sabe que hay reciprocidad. Prevalece y se mantiene a pesar de las tormentas porque ella en sí misma es portadora de calma. Escucha porque lo manifestado por el otro despierta respeto profundo.

Que la sabiduría y la prudencia nos acompañen cuando de dar valor a una amistad se trate. Que tengamos la habilidad y el coraje para conservarla. Que así sea…

Alejandro Posada Beuth

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Energía La naturaleza Meditación Momentos

AMABILIDAD

“La amabilidad es como la nieve: embellece todo lo que cubre” Kahlil Gibran

Nada más agradable que un buen trato en un intercambio de momentos. El afecto y la cortesía siempre hacen más grandes esos instantes y por lo general son garantía de respeto y correctos planos relacionales. En ocasiones, pequeños actos pueden ser suficientes para encuentros de verdad; los mismos que hacen que siempre haya un motivo para agradecer a la vida por nuestra existencia.

Ser amable es llenar de buenas intenciones nuestras emociones. Es dibujar el futuro con el color del optimismo, renunciar a los lamentos para asumir nuevos desafíos, observar hacia dentro y festejar por lo que hemos dado cada día, emitir estados creativos porque la conciencia tranquila y serena así lo permite, sentir que el espacio reservado para el otro es sagrado y cuidarlo con suma cautela, admitir el cambio como posibilidad, meditar hasta comprender que somos uno y servir un café para degustarlo en compañía.

Ser amable es también reducir al máximo la censura y abrir las puertas sin reproches porque luego ha de llegar el abrazo. Es confiar más que controlar y ser generoso con la libertad del otro, expresar devoción por el encanto de los vientos que se llevan lo innecesario, hacer que la satisfacción se siente en nuestra mesa como señal de esplendor y magnificencia, lograr que la voluntad sea más fuerte que el albedrío para que la vida vaya más allá de los caprichos, desplegar y extender juntos el pergamino de las promesas ya cumplidas como evidencia de compromisos pactados desde el honor.

Un “perdón, gracias o por favor” pueden convertir el empeño de la “tía alcahueta” en la mejor manera de honrarla porque ahora la amabilidad habita en nosotros y nos hace aislarnos del aislamiento. Nos permite recordar “lo nuestro” como principio para trascender las posesiones personales. Nos conduce al despertar en compañía para apreciar la galería de sorpresas que enmarcan nuestra existencia. Además, releva el vacío de otrora porque la abundancia ya es parte de nuestro presente.

La amabilidad es simultaneidad de sentimientos, es sintonía y comunión con el Espíritu, es escucha y reverencia. Así mismo, es renacer a lo que estaba inscrito y que pudo haberse quedado en el olvido, destinar nuestra atención para poder contemplar la obra perfecta, respirar en silencio con la lucidez que nos permita encontrar la Fuente y comprender que nunca debimos alejarnos de ella. Es, una vez más, usar el traje de la solidaridad y la benevolencia a sabiendas de que caminamos juntos…

Alejandro Posada Beuth

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Ciencia y conciencia Energía Espiritualidad

PORVENIR

“El porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños” Anatole France

Es frecuente que destinemos gran parte de nuestros pensamientos, energía y tiempo en aquello que está por venir. Hasta empoderamos a otros para que lean el misterio de lo que aún no llega, sin entender que es tan solo entrar en especulaciones que no hacen más que acrecentar incertidumbres.

Compromiso, verdad y entrega, entre otros, deben ser ingredientes esenciales en la preparación de ese porvenir que reclama cada vez más el contacto con lo significativo, con lo humano, con lo que alimenta nuestras aspiraciones y anhelos, con todo aquello que cultive la actitud de aprendices y la posibilidad de diseñar un marco amable, dinámico y cambiante. Un entorno en el que prevalezcan las sonrisas, lo elemental, el tiempo eterno y la sensación de estar completos. Una posibilidad de trascender hacia la empatía, el cariño y la gratitud. Una huella de amor y devoción sin esperar nada a cambio. Un mundo en el que primen la ética, la razón y el afecto para que, como suprema recompensa, revivan explosiones de felicidad.

Un porvenir adecuado debe permitir que se dobleguen las ansias de dominio, controlar las reacciones y conectarse con emociones inteligentes. Ser más grandes que lo que nos rodea y darnos cuenta de toda la perfección de aquello que está a nuestro alrededor. Debe alimentar a diario verdaderos proyectos de vida y estar repleto de intenciones que busquen cristalizarse. También canalizar nuestras mejores energías para evolucionar a la par de ideas elevadas que nos alejen de dioses en miniatura para poder configurar la realidad en dirección del Plan Mayor y así superar los agujeros negros del ego que solo nos aíslan. Esto es, vencer las resistencias de lo insustancial para observar con serenidad y ser testigos de verdaderos encuentros.

Es tiempo de despertar para sanarnos como humanidad. Es un buen momento para diseñar de manera conjunta un porvenir que integre y revele la conciencia como fundamento del Ser, para evitar perturbar lo que ya está en marcha y calmar el mar de las ilusiones. Es quizás, el instante para disfrutar de la rosa sin robarnos el aroma y entendiendo que las espinas tal vez trataban de pulirnos para alcanzar el silencio y así, desde ese vacío pleno, encontrar un equilibrio entre la acción y la quietud para descubrir el universo de las potencialidades.

Que el porvenir nos conduzca a meditar, a estar atentos, a comulgar en las pausas, para que aquello que salga de nosotros sea la materia prima de un paraíso óptimo…

Alejandro Posada Beuth

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Ciencia y conciencia Energía Espiritualidad Meditación Momentos

COMPROMISO

“Siempre es demasiado temprano para abandonar” Norman Vincent Peale

Cuando esa voz interior nos anima a continuar sin desfallecer. Cuando nos dicta cual es el paso a seguir e insinúa que vale la pena el esfuerzo. Cuando a pesar de la fatiga hay una necesidad absoluta de seguir avanzando ante la convicción de cambiar un destino. O cuando emerge un ímpetu mayor que nos mantiene enfocados, es entonces también el momento en que nos percatamos de que verdaderamente un compromiso es más fuerte que cualquier obstáculo porque el nivel de conciencia e intención hacen que se cristalicen las acciones y quede atrás lo trivial.

Un compromiso adquiere la virtud de lo sagrado porque están en juego el honor y la honestidad. Implica entusiasmo y decisiones acertadas de la mano del conocimiento. Más allá de las obligaciones está el deseo profundo de llevar a cabo aquello que hemos incluido en lo que consideramos jerárquicamente importante. Se pone a prueba nuestra capacidad de responder y con ella la voluntad que nos guía hacia la conquista de acciones mayores. Es, sin lugar a dudas, un impulso que nos trasciende y que nos aleja de la vacilación. Es fascinante, por decir lo menos, porque nos permite volver al centro.

Cualidades como la confianza, la transparencia y la dignidad evidencian que, de por medio, hay un corazón que sella el compromiso. Ya no es necesaria una firma porque esa rúbrica la impone un ser diáfano y coherente. Basta mirar a los ojos para saber que ya está en marcha un pacto en el que el empeño está depositado con ahínco y con bríos. Algo nos recorre con una intensidad tal, que partimos de un resultado y no sólo de los procesos. Es ese anhelo por poder repetir al final del viaje, una expresión como “sí se pudo” y es la forma de reafirmarnos en que la determinación nos lleva a buen puerto.

Un compromiso supera la autosuficiencia y el orgullo. Requiere de un orden meticuloso que nos conduzca a levantar los velos para encontrar la verdad y entrelazarnos, una vez más, con las aspiraciones más elevadas. Debe ser libre, espontáneo y proyectado en positivo con la fe puesta en que realmente sea un logro sin cambiar el sentido original para que se erradique la incertidumbre.

El conformismo, la mediocridad y la pereza van en contravía del compromiso. Por el contrario, la motivación y los mejores incentivos han de constituir el pilar fundamental sobre el que se base lo que, desde el mismo momento en que se asume, se constituye en algo solemne…

Alejandro Posada Beuth

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