“Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”
(William Shakespeare)
Siempre estamos filtrando lo que percibimos. Producimos cerca de 60.000 pensamientos al día, de los cuales el 90% son realmente inútiles o repetitivos y, por tanto, sin una intención clara. Esto nos lleva a pensar que vale la pena silenciar por momentos la mente y más bien asumir una actitud de escucha para hacernos las preguntas correctas, lo cual es un principio básico en aquello de comunicarnos eficazmente e informar formando.
La mayor elocuencia suele surgir del silencio, para que cada palabra expresada sea la necesaria y así podamos hacer el ejercicio de proponer más que imponer. De crear un discurso poderoso e íntegro que desplace al dogmatismo y que sea portador de honestidad y rectitud para, de esta manera, poder conservar la esencia del mensaje. De ello depende que sea o no constructivo y edificante.
No es necesario rebuscar o exagerar. Para transmitir sólo hace falta pintar de emociones las palabras que casi siempre se derivan de la postura frente a la vida, del sentido de cada acto, de la forma de relacionarnos con nosotros y el entorno. Así la obra inteligente será expuesta en las páginas del libro de la existencia, renunciando a la necesidad de emitir juicios o ingeniar excusas y más bien darle paso a una comunicación llena de optimismo, bondad y verdad que nos permitan conservar por siempre la actitud del aprendiz.
En virtud de ello, es importante depurar y examinar con diligencia y cuidado cada expresión para hilar las ideas que nos permitan trascender de los textos a los contextos y ser más incluyentes en el perfeccionamiento de la sana interacción.
Cuando el corazón nutre al intelecto, el Espíritu inunda todo nuestro ser y la responsabilidad de moldear y embellecer en lugar de deformar, agrega la potencialidad a cada palabra expresada, de contemplar y acariciar al otro siendo portadores del genuino arte de amar para protegernos mutuamente y ver brotar a la semilla que alivia y restablece, que une y cohesiona, que acoge e invita a la re-flexión en señal de humildad en pos de recorrer juntos el camino de la vida.
Alejandro Posada Beuth