“Toma consejo en el vino, pero decide después con agua”
Benjamín Franklin
Probablemente muchas de nuestras conductas o acciones vayan precedidas de opiniones
que otros han brindado de manera generosa afianzando nuestras decisiones. Una consulta
a tiempo puede permitirnos recibir con humildad la recomendación de aquel que mucho
sabe y que tiene el arte de hacernos sentir bien y seguros después de mostrarnos el mejor
de los caminos desde su consideración.
Un buen consejo no interpreta necesariamente lo que la otra persona piensa o siente, pero
seguramente sí consolida la iniciativa y refuerza la valentía de quien quiere dar el siguiente
paso. Más que imponer ideas que puedan distanciar, se trata de expresar con respeto
profundo lo que podría ser la materia prima para ver cristalizados propósitos superiores
que habrán de constituir pilares de apoyo para edificar grandes sueños.
Ese consejo dado en el momento y tiempo precisos no estigmatiza ni define sino, más bien,
sugiere y abre posibilidades, describe circunstancias con claridad y suele ser incluyente para
aproximarse a lo asertivo. Por supuesto debe existir una actitud de apertura en el receptor
que se sintonice y comprenda desde su sentir las mejores intenciones de su interlocutor.
Esto ha de llevarnos a salir airosos después de haber sometido al filtro del corazón todo
aquello que nos ha sido ofrecido.
Alguien ha de estar esperando una comunicación positiva que encuentre puntos en común
para destacar lo relevante y darle fuerza a la confianza. Gestos, tonos, miradas amables y
directas, serán sin duda la mejor antesala para disponerse a escuchar puntos de vista y
ampliar la visión para poder trascender las dificultades y proyectar desde la tenacidad y la
determinación las mejores ideas catapultadas por nobles sentimientos y mejores
intenciones.
Por todo lo dicho, un consejo verdadero no coarta las libertades y, en cambio despeja el
sendero para expresar opiniones claras, sin imposiciones ni dogmas. Contribuye a la
autovaloración y se centra en aspectos a resolver para no enquistarse en los problemas.
Valida la privacidad y refrenda la autonomía. Es certero y definido porque es dictado desde
la serenidad de un corazón amoroso. Surge de consultar al Alma donde el mayor de los
criterios es la unidad.
Que siempre exista la posibilidad de dar o recibir un consejo y que ese acto simple
enriquezca el significado del verbo amar…
Alejandro Posada Beuth