Ser transparentes

Ser transparentes

“Una mirada transparente muestra la luz del corazón” Anónimo

Dejar pasar la luz es cualidad de las gemas más valiosas. Cuando honramos al reino mineral en nosotros estamos también identificándonos como los seres de luz que somos: millones de fotones germinaron en el encuentro entre óvulo y espermatozoide y el resultado de ello es lo que hoy somos. Por tanto, desnudar el alma, reconocernos vulnerables, dejar a un lado las fachadas y las máscaras, nos hace aún más preciados. Mostrarnos tal y como somos, sin falsas identidades y libres de paradigmas, se constituye en un acto sublime y gallardo que nos permite hacer movimientos de introspección que conduzcan a renunciar al perfeccionismo, la soberbia o cualquier otra manifestación del ego.

Cuando somos transparentes se asoman la dulzura y la fragilidad, reconocemos la necesidad del otro en nosotros, decoramos la razón con el sentimiento, admitimos la angustia y el desasosiego para buscar refugio en quien nos brinda un consejo y apaña nuestras lágrimas, admitimos que no somos invencibles y calibramos la vida sin hipotecar la felicidad. Renunciamos a seguir construyendo barreras para, más bien, exponer nuestra imagen que expresa las propias limitaciones y permite el escrutinio porque ya no hay temor a ser juzgados.

Ser transparentes implica desistir a la crítica y rescatar la mirada comprensiva y compasiva que no reprime ni agrede, pero que confronta amorosamente porque identifica potenciales por exaltar. Es también pasar por la reflexión y la prudencia para evaluar con mesura y buen juicio. Es expresar ideas e intenciones de forma decorosa y modesta para no sofocar al otro, pero con la contundencia que genera la experiencia. Es aprender que el dar no excluye la posibilidad de recibir generosamente y que, por tanto, somos merecedores en reciprocidad por nuestras obras.

Vale la pena retirar los velos, los complejos, las falsas identidades. Mirar sin vergüenza a los ojos del otro y comunicarse desde la fragancia de la honestidad. Resulta reconfortante pensar que cada acción pueda ser generada trascendiendo el interés personal por el bien común. Que cada innovación o cualquier creación estén impregnadas de hidalguía, altruismo y lealtad. Que la verdad y la honestidad sean claro reflejo de lo diáfano que habita en nosotros.

La transparencia es una virtud hija de la nobleza que propone la complacencia e invita a vivir antes de partir…

Alejandro Posada Beuth