“De la quietud nace la inspiración y del movimiento surge la creatividad” Isabel Allende
En la mitología griega las musas eran las divinidades inspiradoras de las artes y bajaban a susurrarle a quien las invocara. Eran fuente inagotable para quien, de corazón, clamara por ellas. Pero más tarde, por asuntos religiosos, la pena de muerte o el destierro fueron los castigos para quienes las idolatraran. Y dicen que, por esto, algunas se quedaron ilegalmente y siguen “haciendo de las suyas”.
Cuando el corazón y la razón se amalgaman aflora la perspectiva esencial que no es otra cosa que regresar a la Fuente de donde brota toda inspiración. Es entonces cuando cada pensamiento, cada palabra o cada acción cobran vida e impactan porque son lucidez creativa y auténtica, sin ataduras, ni paradigmas o prejuicios. Los talentos latentes recuperan su investidura y los límites de las creencias son trascendidos porque la innovación, el ingenio y la fertilidad imaginativa se ponen a punto.
La expansión de la espiral ascendente de la conciencia hace que el deseo se alinee con el Espíritu y se despeje el camino hacia el frenesí y el éxtasis que se sienten al momento en que se revela una visión que puede escapar a la comprensión lógica, lo que la hace singular. Es precisamente ese estado entre lo mágico y lo divino lo que modula la fuerza que yace en nosotros y que va más allá de lo humano porque es rebelde, incontrolable e irresistible, pero a su vez, natural y espontánea cuando se está en resonancia con las más altas vibraciones.
La inspiración generalmente es el resultado de un pensamiento semilla que encontró el terreno propicio y abonado para que germinaran las respuestas a los interrogantes edificantes y claros. Con frecuencia se dibuja una sonrisa después de discernir y entender que ella llega cuando nos sintonizamos en “modo receptor” de lo sublime, de lo majestuoso y de lo más excelso para convertirse en excepcional.
Es por eso que puede llegar acompañada de una música celestial, o de un espacio sereno y tranquilo o quizás como consecuencia de evocar ese rostro que conecta con sentimientos de amor y que a través de sus ojos transparentes y cálidos permiten escudriñar en ese “más allá de allá” donde lo infinito es el límite y donde los sueños son energía en potencia que solo esperan el momento justo para dejar la ilusión y tornarse en ferviente aspiración que materialice y concrete aquello que está conectado con los designios más insuperables en el sendero de la iluminación.
Alejandro Posada Beuth