Crear creyendo

Crear creyendo

La imaginación es el principio de la creación. Imaginas lo que deseas, persigues lo que imaginas y finalmente, creas lo que persigues” (George Bernard Shaw)

Las raíces latinas y griegas de la palabra creer (kardia-cordis) están en relación con lo que significan: “corazón”. Y crear (Kranium-cerebrum) representa “imaginar, engendrar”. Fecundar y gestar desde el corazón es un acto de amor, es alinear la mente desde el centro para que lo que viene, vaya en dirección de lo verdaderamente esencial y útil y pueda cumplir con un propósito de servicio.

Resulta desafortunado que muchas de nuestras convicciones limitantes provienen de memorias ancladas por experiencias no habilitadoras que pueden surgir aún desde nuestro cerebro reptil, lo que impide que nos aproximemos al desafío del cambio y por eso el ego sabotea con preguntas como ¿resultará? ¿funcionará? ¿tendré capital?

Creer para crear no es fácil, pero sí posible. Quizás el primer paso consista en plantar un pensamiento semilla que parta de una necesidad que nos trascienda y que toque a la humanidad misma, para que el Universo conspire. Esto frecuentemente parte del viaje interior, del silencio que las musas aman, respetan y aprovechan para tejer la más fina urdimbre que hile cada una de las ideas bien enfocadas, a las que hay que ponerles fecha de vencimiento que permitan concretar lo inspirador que hay en ellas.

De igual forma, la creatividad debe ir acompañada de una buena dosis de humor y diversión que abonen el terreno para que germine la pasión y ponga fin a los límites. En la libertad habitan la inventiva y el ingenio, la originalidad y la autenticidad, que nos hacen singulares dentro de lo colectivo. Si el deseo, la disciplina, la decisión y la determinación se hacen presentes, se vence la fatiga y se allana el camino para la concreción.

La abundancia y la generosidad suelen manifestarse cuando la creencia antecede lo creado. La certeza del corazón mantiene activa la alquimia que suma sincronías y que se sintoniza con la fascinación de aquello que busca el molde preciso para precipitarse y materializar lo que faltaba por revelar. Es entonces, cuando surge la verdadera fragancia del ser que sabe que en su interior existe ese “algo” que le dicta cuales son los pasos a seguir para encontrar la iluminación que, con persistencia, habrá de culminar en la realización de lo inaplazable.

Creer implica desprenderse de prototipos o modelos arcaicos para que se estructuren y moldeen pautas renovadoras que abran espacio al mundo de las posibilidades y potencialidades que se encarnan cada uno de nosotros…

Alejandro Posada Beuth