Del justo sentido

Cuando damos sentido a los sentidos, la alegría y la libertad se conjugan en presente y se convierten en manifestaciones visibles de cambios invisibles. La fuerza interior que surge del sendero recorrido se sincroniza con el alma y, entonces, el justo sentido reafirma cada paso que damos y la seguridad en nuestros actos hace que surjan el equilibrio, la ecuanimidad y la sensatez.

Desde ese justo sentido, el “Grupo de los tres” (léase “el G3”) o “el de los ocho” o “el de los veinte”, es desplazado por el “G-H”, el Grupo Humano de los miles de millones que conformamos esta única humanidad. Así el sentido de la justicia, una de las cuatro virtudes cardinales (junto con la prudencia, la fortaleza y la templanza), resurge y cuestiona con vigor: ¿Qué inteligente respuesta podremos articular para dar inicio al compromiso y responsabilidad social? ¿Qué argumento podremos esgrimir ahora para reorganizar la debacle económica que entre todos hemos propiciado por no tener en cuenta el principio elemental de la circulación del dinero y las riquezas? ¿Que tan conscientes somos del rumbo que hemos elegido no solo para nosotros sino, sobre todo, para quienes nos acompañan en el camino? ¿Qué tanto estamos contribuyendo al desarrollo armónico de nuestros pequeños núcleos? ¿Cuánto nos hemos esclavizado del tiempo en la extraña procura de acumular más pobrezas, reflejo de lo que nos sobra? (más por menos da menos nos decían en álgebra elemental).

¿Qué estamos haciendo para no perdernos en la bruma de nuestro pequeño ego y así poder emprender el camino de regreso al Espíritu universal que nos motiva y nos hace vibrar con pasión? ¿Por qué seguir dilapidando nuestras mejores energías en tratar de diferenciarnos del otro cuando hace parte de nuestra propia unidad en el guión de la vida que escribimos a diario? ¿Cuándo será el momento de re-unirnos por el placer del encuentro para que todo conflicto sea resuelto y que el aprendizaje y el aprendiz recuperen su verdadero valor? ¿Cuándo, el impulso vital, será el de la sana intención que de cabida a la tertulia por la verdadera revolución del ser?

Seguramente, desde nuestro interior, escucharemos la voz de la generosidad y la gratitud y ella hará que comprendamos que llegamos y nos retiramos de este mundo sin pertenencias. Quizás así la confusión por el poder sea reemplazada por el “poder poder”, para que reluzcan la solidaridad y la inclusividad y así la convivencia sea un asunto verdaderamente espontáneo y cotidiano.

Es necesario que los talentos y las facultades latentes cobren vida para que toda la creatividad sea puesta al servicio de la humanidad y que el colorido de los pensamientos concrete sus mejores obras despejando así la nebulosa de la fragilidad, para dar paso a la claridad del viaje interior hacia el re-conocimiento del ser que somos. ¡Que la voluntad inquebrantable nos permita ir con paciencia (la “ciencia de la paz”) por el largo camino hacia la libertad y que lo hagamos, como nos lo recuerda nuestro propio ADN, nuestro propio código genético, en ese movimiento espiral ascendente para que sea posible trasmutar hacia el campo de las posibilidades infinitas de la consciencia, desde donde podemos despojarnos de nuestras exigencias porque ya estamos conectados con aquello que nos falta!

Es la dirección, en lugar del destino, la que nos confirma que el esfuerzo decidido bien vale la pena para que, desde nuestro potencial, el corazón emita con cada latido las notas necesarias que revelen la verdadera sinfonía de la vida…

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