Una vida con sentido

Una vida con sentido

“El propósito de la vida es una vida de propósito” Robin Sharma

Acercarse a la Fuente Mayor, al Origen de Todo, a la Matriz Divina, es una consecuencia lógica si la guía de nuestros mejores propósitos parte de nobles motivaciones derivadas de la comprensión, la transparencia y el silencio elocuente.

Cuando se ilumina el faro de la Pineal, esa glándula “multitarea” que hasta hace poco fuera tildada de “remanente anatómico” y que hoy sabemos que es quizás una de las más importantes de nuestro cuerpo, significa que estamos ad portas de que la Luz se encienda en nuestro interior y se disipen las dudas, las turbulencias y las confusiones para poder enfocarnos en lo verdaderamente esencial y dejar atrás lo mundano y banal. Es entonces cuando retomamos el protagonismo de nuestras vidas, pero no de cualquier manera, sino desde el compromiso propio y de la raza que llamamos Humanidad, para fluir con aceptación y sin resistencia, en el afán de conquistar la más legítima y pura de las sensaciones: ¡la libertad! Pero una libertad con equilibrio porque lo contrario sería la sentencia hacia la destrucción.

Cuando los propósitos de vida son asumidos con alegría, el mundo de los deseos es trascendido y se ponen en evidencia los talentos que, sumados a la creatividad y la capacidad de servir, se convierten en generadores de la cultura de la abundancia. De esta forma el Espíritu alimenta ese “embrión de Dios” que llevamos en nuestro interior y podemos actuar en consecuencia desde la Universalidad, superando la individualidad.

Si nuestro quehacer parte desde ese “Yo esencial” y se orienta hacia el provecho de muchos, el entusiasmo y la excelencia serán los sellos de nuestras acciones para que no haya cabida al conformismo y la resignación y, por el contrario, se nutra la ferviente aspiración que diseñe el camino en dirección del no tiempo, del éxtasis, de la plena felicidad, de lo primordial que revela al humilde e inmoviliza al ego.

Que la pureza y lo diáfano nos acerquen al despertar de la Conciencia para que nuestras metas y logros sean el reflejo de ese contacto con lo Supremo que nos susurra al oído cuando habitamos en la quietud inquebrantable, desde donde nos sintonizamos con las más altas vibraciones en esa danza que llamamos vida para que el separatismo y el aislamiento queden atrás, el conflicto sea reemplazado por el “punto de vista” y las cuatro virtudes cardinales (justicia, prudencia, fortaleza y templanza) surjan como promesa de un mundo mejor.

Alejandro Posada Beuth