La vida en color

La vida en color

Los colores son las ideas primordiales, los hijos de la Luz” Johaness Itten

Percibir el color va mucho más allá de un fenómeno físico en el que células como los conos y bastones hacen que la retina traduzca informaciones de longitudes de onda que serán interpretadas como las diferentes tonalidades, lo cual no solo cambia nuestra visión sino que modifica también las funciones globales del cuerpo porque, dependiendo con qué asociemos estas percepciones, así serán también nuestras reacciones y emociones pudiendo cambiar hasta la expresión de nuestro código genético.

Es bien interesante saber que se requiere de la presencia de la luz para poder apreciar toda la gama de colores. Pero esa luz es mucho más que una onda electromagnética portada en el vacío. Refleja muy certeramente la claridad, la transparencia y los destellos de fotones que surgen de nuestro despertar de Conciencia. Es así como las actitudes se convierten en el mejor pincel para pintar la cotidianidad y cambiar la manera cómo se nos presentan el horizonte o los claroscuros de nuestras paletas existenciales.

Por eso, un encuentro con el ser querido que te regala una sonrisa cálida o una mirada alegre, hace que se active en ti toda tu capacidad de resonancia y se despierten también esos matices al interior activando el rojo, el naranja o el amarillo. En el otro extremo, el violeta, azul o verde seguramente van a aflorar en momentos de mayor interiorización para invitarte a la reflexión como otra manifestación física del milagro de la luminosidad, que siempre cautiva y fascina.

El Sol sale para todos anunciando el nuevo amanecer, pero también es el resultado de la forma como interpretamos nuestras vivencias. Algunos días parecen oscuros, pero se presentan otros en que podríamos pensar que la fortuna y la bienaventuranza juegan de nuestro lado y confluyen en el corazón todos esos colores que nos ayudan a recuperar la resiliencia, no solo como el arte de salir ilesos, sino más bien como la estrategia para crear nuevos enfoques y nuevas sensaciones que nos lleven a conservar la autoestima, la independencia y la posibilidad de elegir los pigmentos con los que habremos de dibujar nuestro futuro.

Que el amor, la ilusión, la esperanza, el júbilo, la dicha y la plenitud constituyan la materia prima para plasmar tu vida con los tintes más bellos para que puedas ser fuente “deliciosamente contagiosa” de los mejores momentos y que tus ojos exterioricen tu alegría brotando a borbotones…

Alejandro Posada Beuth