Marketing emocional

Marketing emocional

“La felicidad se consigue cuando ponemos de acuerdo a la razón y la emoción con nuestras acciones” (Toni García)

Nuestro cerebro reptil permite que nos conectemos con las funciones de supervivencia, la capacidad reactiva, la toma de decisiones, la energía de reserva o ancestral y el reino mineral en nosotros. Ya el cerebro mamífero o límbico nos liga con las emociones que terminan por definir mucho de lo que somos. Finalmente el cerebro humano, el neo córtex, elabora de manera racional las ideas y pensamientos. Y para el tema que nos ocupa vale la pena mencionar el Núcleo Acumbens, responsable de gran parte de los placeres, la amígdala que maneja los miedos y la ínsula en relación con la memoria y los recuerdos.

Cuando se producen ideas auténticas y novedosas generalmente capturan la atención de forma rápida y quedan grabadas en un compartimiento especial de esa “computadora humana”, lo cual lleva a que la capacidad productiva sea también mayor porque se genera un propósito claro. Y esto último es comprender que la biología “inscribe al mercadeo”, es decir, que lo que verdaderamente impacta es dar la nota original, trascender del universo al “multiverso”.

Pero también una emoción intensa, una mirada con historia incluida, un pensamiento provocativo, una sonrisa a tiempo, un aroma que evoca o un roce sensual son suficientes para impregnar las neuronas del corazón, en resonancia con la fábrica de los pensamientos, de tal forma que cualquiera de estos estímulos puede modificar la respuesta neurológica y facilitar la interacción con todo lo que nos rodea. El cerebro es amante de lo sencillo y se deja seducir para complementar la imagen que se insinúa, porque por naturaleza es creativo y asociativo y se abre a lo inédito. Registra los simbolismos y de esto se desprende que las relaciones interpersonales se enriquezcan desde el ritual que acoge lo misterioso y lo que está por develar. De allí que la mente se exprese más por conceptos que por palabras y en ocasiones basta una intención para contar mil relatos.

Y, además, el cerebro es “compinche” del buen humor y se regocija cuando se torna contagioso. Nada mejor que hacer pensar para suscitar una carcajada que se refleje en cada rincón de nuestro cuerpo porque ello es sinónimo de encuentro con la genuina alegría, con la transmutación de las emociones y con la esencia del que siempre goza y comulga con lo elemental que suele ser lo grandioso.

No olvides donar una sonrisa…

Alejandro Posada Beuth

Puedes sanarte. Supera tus genes

Puedes sanarte. Supera tus genes

Nos comunicamos a través de vibraciones o patrones frecuenciales que, si se conectan desde el corazón, crean un campo tan intenso que pueden modificar aún la expresión genética y generar todo el proceso de la sanación…

https://youtu.be/L3yMPeGX_Uw
Renuncia a tus viejas programaciones

Renuncia a tus viejas programaciones

Cambia tu entorno, cambia el manejo de tus tiempos, cambia tu cuerpo y cambiarás tu vida. Modifica tus viejas programaciones y virus mentales y acaricia tu felicidad…

https://youtu.be/qf2MCJRY_EM
EL ARTE DE “SALUD-DAR”

EL ARTE DE “SALUD-DAR”

“El miedo tocó a mi puerta. El amor abrió y no había nadie”

(Proverbio chino)

Saludar: dar salud. Desde el mismo momento en que estrechas la mano de alguien, muchas cosas se están diciendo en un lenguaje no verbal, porque “las manos son la prolongación del corazón” y más allá de una simple cortesía, hay una alquimia en proceso que se traduce en una comunión con el otro para decirle: “me importas, haces parte de mi”.  Trascendiendo las palabras de afecto o respeto, se empieza a revelar toda una historia viva y llena de sueños, frustraciones, logros, expectativas que, a través de ese gesto, esperan encontrar eco en el centro donde habita el amor.

Sin lugar a dudas la energía se pone en movimiento y casi hay respuestas inmediatas ante una expresión tan simple como “hola”, o ante un guiño inocente o quizás al levantar las cejas en señal de acogida. ¿Quién iba a decir que tal vez un abrazo comienza a gestarse de una forma tan ingenua? Y más aún, ¿Quién iba a pensar que algo tan sencillo podría cambiar nuestros patrones de relacionamiento y a hacer que la cotidianidad sea más amable?

Re-conocer al otro (volverse a conocer) es un privilegio que nos recuerda la necesidad de crear vínculos, de relacionarnos y crear alianzas, pero todo parte desde la propia contemplación interior: la manera como nos comunicamos con los otros refleja, ciertamente, como cada una de nuestras células reciben con claridad un mensaje del que dependerá su fisiología. Por tanto, la sola intención afectuosa, apasionada y tierna ya es contagiosa y probablemente suficiente para desencadenar toda una “pandemia de amor”. Si a esto se suma una buena dosis de asombro, seguramente las consecuencias lógicas serán la coherencia, la correspondencia y la afinidad.

Llenarse de valor, sonreír, aportar un gramo de optimismo y alegría, probablemente te lleve a comprender que el sufrimiento es pasajero, que el aprecio, la admiración y el respeto residen en el silencio y que el milagro de la vida está en el segundo que vives intensamente en presente.

Transmite pasión en tu saludo, genera en el otro la invitación a tomar riesgos, rescata tu música y la de quien se cruza contigo. Rompe el hielo irradiando el calor de tus genuinos sentimientos y conjuga el verbo amar en cada acto…

Alejandro Posada Beuth